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Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 09 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Desde su convocatoria por ley a fines de 2015, por iniciativa de la Conalcam, alentada y asumida por el Gobierno, el referéndum para decidir sobre la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado ha estado en el centro de la agenda pública. Era evidente que la consulta, más allá de su resultado, marcaría las estrategias y posicionamientos de unos y otros. Y así fue. La apretada victoria del No en las urnas ha sido asumida y rivalizada como un quiebre con fecha y símbolo: 21F.
¿Qué significa, hoy, el factor 21F? Las percepciones, y los discursos, importan. Y no son inequívocos. Para las oposiciones, que abarcan partidos políticos tradicionales y grupos de ciudadanos (algunos vinculados con esos partidos), el 21F es el símbolo de la defensa del voto y, por tanto, de la democracia. La exigencia es el respeto al resultado vinculante del referéndum. Ello implica que Evo no puede ser candidato presidencial en los próximos comicios. Lo dicen como consigna: “Bolivia dijo No”.
Para el oficialismo y sus organizaciones sociales el 21F es el símbolo de la mentira y, por tanto, del desagravio. La convicción es que el resultado del referéndum estuvo condicionado por el “caso Zapata”, puesto en sincronizada escena poco antes de la votación. Como sea, asumen que el carácter vinculante de la consulta ya se cumplió, pues el artículo 168 permanece intacto. Claro que luego acudieron a un atajo vía TCP para habilitar la nueva candidatura de Morales. Y preparan campaña.
Más allá de la discusión jurídico-constitucional sobre la vigencia del referéndum y/o de la sentencia constitucional, se agita la contienda por espacios y símbolos. Así lo han asumido activistas de “plataformas ciudadanas”, que anuncian infaltable presencia en actos presidenciales y de gobierno (21F, día de la democracia). Así lo entendió también el MAS-IPSP, que menosprecia “el ruido” de sus adversarios y acaba de aprobar en un ampliado el persistente binomio Evo-Álvaro (21F, día de la mentira).
Asistimos, pues, a una disputa política precozmente electoral cuya intensidad irá en aumento mientras más se acerquen los comicios de 2019. ¿Cómo llegaremos al 21F del próximo año? Todas las señales muestran que el oficialismo no renunciará a la candidatura de Evo. Y es evidente que las oposiciones tampoco declinarán en su misión de impedirlo. Considerando que algún factor interno o externo difícilmente viabilizará una salida, ¿han asumido los actores relevantes que todos los caminos conducen a las urnas?