Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 31 de octubre de 2021
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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Semana política de cierta complejidad tanto a nivel
departamental como a nivel nacional. “Nada es lo que parece” advierten algunos
analistas cercanos tanto al oficialismo como a la oposición, quienes también
señalan que los conflictos regionales pueden acabar marcando la legislatura más
de lo que se cree.
En Tarija varios conflictos sociales de mediana
intensidad van enrareciendo el ambiente. Uno es la pelea por el bono escolar en
efectivo que piden algunos padres y que los concejales terminaron aprobando una
ley; otro el de la canasta alimentaria, que no acaba de poner a nadie de
acuerdo; otro el del Prosol, que sigue rodando hacia delante; el de las lagunas
de San Luis y la planta de tratamiento que nadie aborda... En general la crisis
financiera de la Gobernación se traslada a la crisis económica y social del día
a día en las familias y no se prevé que en el corto plazo esto vaya a cambiar
significativamente. La cuestión es si Johnny Torres y Óscar Montes seguirán
atendiendo todos los problemas de sus instituciones personalmente o se evidenciará
más equipo.
Esto es importante porque además de los problemas
sociales, que se resuelven con diálogo y concertación en esas interminables
mesas de trabajo, vendrán los problemas políticos más propiamente dichos. Ya
hay dos frentes perfilados, que en realidad puede ser el mismo porque los
protagonistas son esencialmente los mismos: uno es el Chaco, el otro el propio
Movimiento Al Socialismo (MAS) en su “nueva” versión.
El gobernador Óscar Montes, lejos de moderarse, no ha
dejado de atizar a las autoridades chaqueñas y a la autonomía regional en
general con declaraciones llamativas sobre el cálculo del IDH, que para él sale
a deber, justo lo contrario de lo que en el Chaco demandaban.
Involucrarse tanto tiene consecuencias incluso más allá
de declaraciones de “persona no grata” o de “traidor al Chaco” que amenaza
también a la Vicegobernadora Maya Soruco, sino que al perder la imparcialidad
de lo que se podía manejar como un pulso entre provincias obliga a buscar
“otros árbitros”, que en el caso de Bolivia pasa por el Gobierno y,
concretamente, por el Viceministerio de Autonomía.
En el Viceministerio de Autonomía está justamente Álvaro
Ruíz, el último candidato del MAS a la Gobernación que estuvo palo a palo con
Montes hasta el final, aunque la victoria final fue holgada. El Chaco busca
maniobrar para lograr su 45 por ciento de esta gestión y ya no le interesa
tanto rendir cuentas antiguas, pero de fondo ya se analizan escenarios de
“décimo departamento”, una opción no tan lejana, ya que se prevé que el pulso
cruceño acabe derivando en alguna suerte de modificación constitucional sobre
el modelo de Estado.
Claro que en este conflicto también pesa que Álvaro Ruíz
no sea precisamente muy bien valorado en el Chaco y que su mano derecha en la
presidencia departamental, Carlos Acosta, haya sido declarado no grato en
varias ocasiones por las regionales del partido.
El segundo problema latente de Montes tiene que ver con
esa lucha interna del MAS Tarija, que ha dado una especie de vuelta de tuerca a
su tradicional guerra civil, aunque para ello uno de los frentes tendría que
acabar imponiéndose y empezar a hacer oposición de verdad.
El que más opciones tiene es el de Pilar Lizárraga, en el
MAS de toda la vida y que tiene el apoyo orgánico de la mayoría de las
instituciones para presidir el MAS Cercado y cumplir con ese mandato de
convertirse en una organización más fuerte y más capaz de coordinar la
oposición, superando el tradicional desbande de las organizaciones sociales. Al
frente está Sandra Baldivieso, candidata de Ruíz y Acosta, quien fue militante
del FRI durante 20 años.
El MAS Cercado es clave por el volumen de organizaciones
y de delegados que finalmente participarán del Congreso Departamental, el
espacio que tiene toda la influencia sobre la designación de funcionarios de
instituciones públicas y donde Acosta y Ruíz buscan prolongar su poder.
Lo cierto es que Montes vive un periodo de sustancial
calma política: El Gobierno nacional no le atiende, pero tampoco le molesta; el
bloque de Adrián Oliva o el de Comunidad Ciudadana no planean hacer oposición
por el momento y el MAS está desorganizado y sin rumbo claro. Buena coyuntura
para avanzar.