Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 31 de octubre de 2021
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Los promotores de la “Gran mentira”, que
afirman que en Bolivia no hubo fraude, sino un golpe de Estado, han tenido el
tupé de trasladar su impostura al ámbito diplomático interamericano de la
Organización de Estados Americanos, alquilando el Salón de las Américas
–utilizado también para eventos sociales– en el que montaron un espectáculo
político a puertas cerradas y que fue conducido nada menos que por la activista
cocalera norteamericana Kathryn Ledebur y financiado por una ONG chavista
como Code Pink.
Lo inverosímil del caso es que los mentirosos invocan
nada menos que la “búsqueda de la verdad” para presentar su
circo mediático dirigido al público boliviano, con la complicidad de los
embajadores de México y Argentina, llevando al engaño a algunos otros
desprevenidos.
El representante boliviano ante la OEA, Héctor Arce
Zaconeta, que ostenta el título de “embajador”, viene afirmando
públicamente que “no existe un solo elemento que compruebe la existencia de
fraude en la elección de octubre de 2019”. Al parecer, él sí sufre de una
conveniente amnesia senil y un cinismo descarado, que le impide recordar que
fue precisamente en su despacho de ministro de (in)justicia donde se evidenció
el manipuleo de actas electorales fraudulentas, entre otros varios lugares,
según testificaron exfuncionarios gubernamentales.
Es lamentable que se hubiera expuesto al Servicio
Exterior de Bolivia a comprometer la fe y la reputación del
país con semejante patraña, de que no hubiera habido fraude. La verdad es que
sí hubo un gran fraude comprobado y la diplomacia boliviana actual está
haciendo un ridículo internacional mayúsculo de proporciones históricas.
La cortesía en el trato entre diplomáticos no puede
ser interpretada como apoyo a semejante despropósito que busca
la destitución del secretario general de la OEA, Luis Almagro, por haber
develado la verdad del fraude que llevó a la huida de Evo Morales a México,
cuyo gobierno es cómplice precisamente en la comisión de éste, a través del
envío de expertos informáticos a Bolivia para armar el fraude, con anterioridad
a la elección de octubre de 2019.
A fin de zanjar esta mentira que pretende afincar
Héctor Arce en el seno de la OEA, yo acepto su invitación
pública a debatir sobre si hubo o no fraude electoral el 2019 en Bolivia. Eso
sí no en el secreto de las cuatro paredes de su oficina. Lo emplazo a que
discutamos sobre este tema, de interés de todos los bolivianos, de manera
pública y presentando la evidencia de cuanto sostenemos.
Pudiéramos volver a alquilar el Salón de las Américas
de la OEA e invitar a una personalidad independiente a moderar la
discusión. El evento tendría que ser difundido abiertamente al
público, por medios de comunicación, por las redes y en pantallas gigantes en
los jardines adyacentes a la sede de la OEA. Para que la gente se entere y la
verdad nos haga libres.
Ronald MacLean-Abaroa fue canciller de la República de
Bolivia