Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 25 de octubre de 2021
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Autonomía Indígena
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Hace exactamente 62 días que los representantes de 34
pueblos indígenas de la Amazonia, Oriente y Chaco boliviano dejaron sus casas,
cultivos, trabajos y escuelas para emprender una caminata desde Trinidad hasta
Santa Cruz de la Sierra para exigir respeto a sus tierras y territorio. Los
marchistas partieron el miércoles 25 de agosto de la capital beniana y
recorrieron más de 600 kilómetros en 37 días con la intención de
reunirse con el presidente Luis Arce para solicitar que instruya la
detención de la ocupación de sus tierras propiciadas por el INRA.
En estos pocos más de dos meses que los indígenas se
encuentran fuera de casa no se ha producido el encuentro con el jefe de
Estado, a pesar de que el mandatario estuvo en cuatro oportunidades cerca
del grupo de movilizados.
El coliseo polideportivo de la Universidad Autónoma Gabriel
René Moreno (Uagrm) se convirtió en su centro de acogida y de
operaciones desde el pasado 30 de septiembre, cuando ingresaron a la plaza
24 de Septiembre.
Por lo menos unas 20 carpas de distintos colores: verde,
amarillo, negro, rojo y azul están distribuidas en la parte superior de las
graderías y alrededor de la cancha polifuncional. En el lugar donde los niños,
cuyas edades oscilan entre los nueve y diez años, pasan parte de su tiempo
jugando fútbol de salón mientras sus padres hacen fila para recibir
alimentos de personas voluntarias.
El viernes por la mañana, los adultos hacían filas para
recibir pollos crudos que llevó un donante anónimo. El alimento fue preparado
en ollas comunes que deben alcanzar para los más de 200 indígenas.
El sistema de dotación de alimentos varía, dependiendo de la
solidaridad y las donaciones que realiza la población cruceña. Hay días en
que los indígenas reciben 50 unidades y otros 30, lo que significa
que existen jornadas en las cuales 20 personas tienen que compartir de un solo
pollo.
La escasez de Gas Licuado de Petróleo es un problema que
enfrentaron el pasado viernes. Por este hecho, varias familias se quedaron sin
desayunar y tuvieron que esperar la donación de tres garrafas para preparar el
almuerzo, que tiene como base carne de pollo, arroz y algunas verduras,
también donadas por instituciones y personas particulares que se
acercaron a la Uagrm.
María, oriunda de Santa Ana de Yacuma pero radicada hace
algún tiempo en Chapare, aprovechó lo último de su garrafa para preparar una
variedad de puchero para 10 personas. Ella colocó un letrero que dice:
“Pensión El Bato, coman y laven su plato”, que incentiva a sus comensales a
que practiquen sus buenas costumbres.
A unos 10 metros, Fátima, que se unió a la marcha junto a su
esposo y tres hijos en Cuatro Cañadas, antes de preparar el almuerzo para 14
personas, buscaba a su hija de 16 años que había ido a cargar su teléfono
celular para enviar una tarea. Así como esta adolescente hay varios
jóvenes que continúan con sus estudios a distancia.
La escasez de dinero es una preocupación constante entre los
marchistas. Un ejemplo de la carestía es Juan de Dios, oriundo de Paurito. El
hombre, que se dedica a la crianza de animales, contó que envió a su hijo de 17
años a que cuide su vivienda, pero como el joven está sin recursos en esta
población pidió volver a la marcha, pero Juan de Dios no tiene cómo
resolver el problema.
Atenciones médicas
A pesar de que los marchistas reciben atención permanente de
dos médicos y de que existen otras cinco brigadas dependientes de la Uagrm y
otras instituciones, siempre surgen imprevistos, como el caso del Tata
Marcial Fabricano que necesitó de una internación en el hospital San
Juan de Dios.
Precisamente los profesionales establecidos en el campamento
detectaron la crisis diabética que sufrió el Tata. Otras personas también han
sido diagnosticadas con hipertensión y con gastritis. En lo relacionado con los
menores de edad, muchos llegaron después de la caminata de 37 días con
deshidratación, pero lograron ser estabilizados.
El coordinador de la brigada médica de la Uagrm, Hugo
Cuéllar, apeló a la solidaridad de la población cruceña para que continúe
donando medicamentos y estos sean distribuidos a los indígenas, porque
diariamente las brigadas realizan entre 30 y 50 atenciones, por lo que hay
un riesgo de que los mismos comiencen a escasear.