Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 25 de octubre de 2021
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Municipal
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La última encuesta de Captura Consulting sobre la aprobación ciudadana de autoridades subnacionales fue un revés al obstinado afán de perpetrar un golpe judicial contra el alcalde Reyes Villa que en la elección municipal 2021 barrió de Cochabamba —y con significativo voto masista— a la facción del MAS de Evo Morales, que ahora busca liquidar a su rival histórico y quizá también al último liderazgo político alternativo en Bolivia.
El evismo es una feral patología antropofágica que cuando hace a disputar el poder no distingue a propios de ajenos; un canibalismo saturnino que calma su fobia por la alternabilidad devorando a sus propias criaturas. Baste revisar el destino de Santos Ramírez, Abel Mamani, Félix Patzi o el mismísimo David Choquehuanca, a su turno defenestrados por un mesianismo que no admite otros liderazgos, ni siquiera —o en especial— dentro del partido gobernante.
Pero las prácticas bárbaras del círculo rojo cocalero son temas de otra historia. Importa ahora analizar en perspectiva la evolución estadística de un líder político que, según mediciones de CiesMori, empezó su quinta campaña municipal en enero de 2021 con una intención de voto de 52,8% y en febrero se mantuvo en 50,8%, para terminar en abril en una elección en que Reyes Villa llegaría a la alcaldía de Cochabamba con 56% de los sufragios.
Terminados los comicios, la curva ascendente de intención de voto mutó en curva de aprobación y, según la secuencia sociométrica de Captura Consulting, de ser elegido en abril con 56% en junio el balance de sus primeros 100 días en el cargo mostró una aprobación del 73% y en octubre, al cumplir su séptimo mes como alcalde, el respaldo a su gestión alcanzó el ideal estadístico de 75%.
Esta es la huella estadística del curso histórico de un fenómeno inédito, en que un exalcalde, exgobernador y excandidato presidencial que permaneció en el exilio por 10 años retornó al país reinventado y con una estrategia que reencuadraría todo el escenario discursivo nacional, rompiendo la hegemonía narrativa del MAS y rehusándose a entrar en su encuadre para proponer una nueva explicación de la realidad que interpelaría transversalmente a opositores, pero también a oficialistas.
En una Cochabamba que es la frágil sutura que une al país fracturada por los discursos dicotómicos, las cifras de Reyes Villa en esas encuestas son impensables sin el voto masista y esta adhesión inédita del electorado del MAS implica el abandono de la narrativa dicotómica de “las dos Bolivias” por la de un horizonte discursivo en el que se muestre capacidad de gobernar fuera del conflicto y más allá de doctrinas o ideologías.
Manfred ha construido una comunicación política sináptica-emotiva con su elector impermeable a discursos de clase, etnicidad o partido. Esto es Manfred desmontando los mitos de un Manfred que por 20 años fue la evocación arquetípica del némesis en la retórica de la izquierda sindical y su mitología negra alrededor del militar retirado y emprendedor inmobiliario que temprano, en los años, 90 incursionaba en la política dando signos claros de representar el surgimiento de un nuevo paradigma de poder desde lo local.
Así, el sindicalismo cocalero incorporaría, en el imaginario social, mitos políticos como el de “edecán de García Meza”, “yaku-vende” o “aliado de Goni”, encuadrando a Reyes Villa en las antípodas de un pretendido nacionalismo popular antineoliberal, que terminó siendo la narco-autocracia encomendera proasiática que hoy desestabiliza Bolivia.
Cuando regresó al país en 2003, luego de un prolongado duelo por la muerte de su hija, Reyes Villa intentaría apuntalar un sistema político en derrumbe, manifestando apoyo a un gobierno del MNR derrocado por sus errores y por Evo. Fue una dura lección que él demostró haber asimilado cuando, en su segundo regreso del exilio, en 2020, se negó a respaldar los afanes de la errática oposición que fungía de Gobierno transitorio.
Con 30 años y una génesis política engarzada en el surgimiento del municipalismo contemporáneo, la Participación Popular y la descentralización administrativa, Reyes Villa es una marca, una discursividad, un fenómeno cultural y un mito de poder que rompe todo patrón estadístico y que ninguna sentencia de una justicia descalificada va a extinguir.