Hay sectores que aún respiran por la herida. Sectores radicales y debidamente aleccionados, que no dan opción a la reconciliación ni a la paz social. Alientan la confrontación y el revanchismo. Retan a medir fuerzas en las calles. Es una actitud descabellada, por cierto. La respuesta no se dejó esperar. Realidad que le hace un flaco favor a la democracia restituida en el año 1982. Ésta, en consonancia con sus principios y objetivos, está llamada a afianzar la convivencia pacífica, de ganadores y perdedores, en las jornadas electorales del pasado reciente, pero preservando, básicamente, la libertad y el respeto a los derechos humanos. Se trata de promover el debate esclarecedor, con participación de mayorías y minorías, a fin de alcanzar la verdad histórica.
Aquéllos se olvidaron de los problemas sociales, que se agudizaron a raíz de la crisis económica y la emergencia sanitaria. Situación que, indudablemente, no tiene una salida inmediata ni con el repunte de precios de minerales y otros productos, en mercados internacionales. Parece que no les interesa ese aspecto, sino alentar el desencuentro con fines particulares. En ese marco emiten discursos de confrontación, de amenaza e intimidación, que no contribuyen a la pacificación ni a la estabilidad política.
Quienes medran a expensas del erario público, u otros que cobran jugosas rentas, sin hacer algo, como afrenta a los más necesitados, deberían destinar cierto porcentaje de tales emolumentos a reducir la desigualdad social, que crece ante la mirada indolente de los “enviados”.
No es justo que, a título de demócratas, de mayorías o redentores de humildes, haya gente que asuma ostentación, en un país donde muchos no poseen lo suficiente para pasar el día. Hay personas, familias y grupos que han nacido, crecido y muerto en la estrechez más inconcebible. Parece que aquéllos no conocen esa realidad lacerante. O quizá se hacen de la vista gorda. Así se configura la brecha que separa a los menos favorecidos, con los que tienen la cartera llena de billetes en democracia.
Derechistas e izquierdistas se enfrascaron, últimamente, posponiendo el tema relativo a la pobreza y extrema pobreza, en un debate infructuoso, y nada edificante, acerca lo ocurrido en 2019. Que hubo golpe, para algunos. Que organismos y fuerzas externas habrían participado de ese hecho. Que no hubo golpe, para otros. Que la sucesión presidencial fue constitucional. Avalada, además, por la Ley 1.266 y la Ley 1.270. Son dos versiones contradictorias que corren de boca en boca. Promueven la división, en la opinión pública. Es que intereses particulares tratan de minimizar la verdad, tergiversando, obviamente, los hechos históricos. Mientras llueven las agresiones verbales, las descalificaciones, las acusaciones fundadas e infundadas, la gente necesitada carece de pan, de instrumentos tecnológicos para la educación virtual y de empleo, particularmente. Se extralimitaron, inclusive, en algunas acciones. No faltaron, en ese marco, los detenidos y encarcelados, por “determinaciones de la justicia”.
En suma: construyamos Patria con la verdad, desechando la falacia. Estamos en la mira de los vecinos y de otros países lejanos.