Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 15 de octubre de 2021
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Judicial
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
El sábado 9 de octubre de 2021, a invitación de la Sociedad
Científica de Doctores, estuvimos conversando sobre las propuestas de reformas
a la administración de justicia.
Todos coincidimos sobre la necesaria reforma constitucional
frente al defecto de diseño constitucional en cuanto a la elección de las
máximas autoridades del Poder Judicial, el proceso de preselección de
candidatos, la falta de respeto a la independencia judicial, sumado al déficit
económico cuyos recursos que se asignan al Órgano Judicial no llega ni al 1%
del Presupuesto General de la Nación, además de la formación profesional
debiendo realizarse determinados ajustes en el ámbito universitario, entre
otros factores más.
Existe una falta de voluntad política para que exista
estabilidad judicial y el respeto a la independencia judicial, muestra de ello,
es que fueron también las leyes quienes provocaron tensiones entre la
renovación y el respeto a los derechos, limitando y retrasando la
implementación de las carreras en instituciones de administración de justicia;
por lo tanto, las causas de la crisis judicial no son tan solo intrínsecas (que
los tiene), sino que también están las extrínsecas que fueron perforando el
respeto a dicha independencia judicial.
Cabe recordar las palabras de James Madison: “la acumulación
de todos los poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) en unas mismas manos
(…), constituye con rigor, la definición misma de tiranía”. Es decir, si el
Ejecutivo controla al Legislativo, puede transformar sus caprichos en leyes
(mandatos generales para todos los individuos). Y una vez que el Poder Judicial
es desarmado como contrapeso frente a los caprichos del Ejecutivo o canalizados
a través del Legislativo, ni siquiera los tribunales son capaces de tutelar la
vulneración de los derechos individuales materializado en ese capricho (del
Ejecutivo transformado en ley general). Fusionar todos los poderes en uno, es
exactamente la definición de Poder Estatal Arbitrario, sin ningún tipo de
limitación. Eso es: tiranía.
Entonces, al ocurrir tal situación, estaríamos ante una
degeneración acelerada de los pesos y contrapesos, donde incluso podría llegar
al extremo de que ni siquiera la Constitución pueda suponer un contrapeso
frente al rodillo, porque en instancia máxima, la Constitución será
interpretada por Tribunales que estarán controlados por el Ejecutivo a través
de una preselección arbitraria con una mayoría de miembros perteneciente a un
partido del Gobierno de turno.
Por lo tanto, es importante diseñar mecanismos de
designación de las máximas autoridades del Poder Judicial, en los que: a) Se
busque establecer un mecanismo objetivo de concurso e indicadores de idoneidad,
mérito, integridad y capacidad; y, b) Establecer un órgano que evite la
manipulación política y la cooptación por servidores corporativos de esos
nombramientos. Esto es, mayor participación civil (Universidades, Colegios de
Abogados, Academias, etc.) y control social no solo en la evaluación de los
operadores de justicia sino también en el ejercicio de la función judicial,
donde sea la sociedad civil organizada en Fundaciones (sin financiamiento
político) de lucha contra la corrupción, quien también se sume y ejerza dicho
control social.
Está por demás reconocido el problema de la corrupción en el
país y de que la misma es transversal; por lo tanto, se requiere de un
auténtico compromiso tanto personal como social en el combate contra la
corrupción. A veces queremos obtener logros de manera fácil (autoengañándonos,
creyendo absurdamente que es mediante leyes que existirá una mejor justicia,
menos corrupción, etc.), pero no deseamos escuchar de que todo ello demanda:
sacrificios. No buscamos el esfuerzo y tampoco soportamos que nos digan la
verdad. Solo deseamos escuchar, lo que queremos escuchar (aunque eso implique
mentirnos), no así la realidad concreta y objetiva.
Advirtamos, si las cosas siguen mal, una y otra vez, años
tras años, siglos tras siglos. Entonces debemos saber que no es un problema del
medioambiente, no es un problema del otro, del vecino, ni de la sociedad como
algo genérico e imaginario, sino que es por nuestra culpa (es decir, es un
problema individual, de cada uno de nosotros). Recordemos que “el pueblo” no es
otra cosa que la suma de individuos. En ese sentido, debemos tomar nuestra
propia responsabilidad.
La gente debe acabar con ese cuento de que la crisis
judicial y la corrupción es un tema exclusivo de abogados. En realidad, es un
tema individual, de cada ser humano.
No debemos conformarnos con falsas creencias, como por
ejemplo, de que todo se solucionará teniendo la más adecuada preselección y
selección de jueces junto a los mejores mecanismos de seguimiento y control
social, con buenos sueldos para jueces, vocación de servicio, conocimientos del
más alto nivel, tecnología de punta, expedientes digitales, etc.; cuando
resulta que ni bien esto ocurre, al día siguiente, nuevamente, vemos que se
está bailando “el tango” de la impunidad entre el contrabandista con el que
permite el ingreso de 4 o 5 containers con una sola póliza; el corruptor baila
con el corrompido (el sobornador y el sobornado), cuando alarmados advertimos
que se empieza a ejercer sicariato judicial a través de la corrupción y el abuso
de poder, y así sucesivamente, llegando a extremos de locura, como legalizar o
institucionalizar las coimas, los porcentajes (20%, 25%, etc.) para
adjudicación de obras y servicios en la función pública sin que exista rubor o
vergüenza alguna.
Todo cambio externo (de fachada) es simple reforma (reforma
judicial, reforma electoral, etc.), mientras que el cambio interno es
verdaderamente capaz de producir transformación.
Si realmente deseamos un cambio o transformación para
mejorar es con sacrificio. No viene de la nada. El sacrificio es ser
auténticamente íntegro, aunque duela (o se pierda aquellos ingresos económicos
deshonestos máxime si, según organismos internacionales, Bolivia oscila en un
80% de informalidad), caso contrario, si nadie está dispuesto en serlo, pues la
sociedad nunca cambiará, seguirá la misma situación por los siglos de los
siglos, se llenará de puras reformas de fachada, nada de transformación.
Sin sacrificio no hay victoria ni recompensa, aunque
probablemente muchos dirán, esto último tan solo es una utopía y un simple
mensaje a la conciencia; sin embargo, por mucho que se trate de minimizarlo, no
por ello deja de ser cierto, sincero, sin mentiras y finalmente alguien debe
decirlo y tratar de serlo. Por lo tanto, es también fundamental el verdadero
compromiso personal y social con sacrificio e integridad. Es tarea de todos.