Medio: El País
Fecha de la publicación: miércoles 13 de octubre de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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Jornada de tremendo
chaki político, y eso que era martes. Por un lado, el MAS había convocado su
“wiphalazo” en modo descargo que a poco iba a ser exitoso, y más o menos lo fue
en el eje troncal, donde se paseó el presidente Luis Arce dejando claras
advertencias, que según quien interpretaría como amenazas. “Tenemos a un pueblo
que va a hacer respetar su voto popular en las calles, si no quieren respetar
en las urnas, nos vamos a hacer respetar en las calles, hermanos”, afirmó el
primer mandatario.
Por el otro, los
cívicos se plegaron en la consigna de condenar la violencia que se vivió en
algunos puntos de bloque, bien condenada, y en divulgar determinados cortes de
exfuncionarios de la Gobernación cruceña que dejaran más o menos maltrecho al
gobernador cruceño Luis Fernando Camacho.
Y es que, después de
cada paro toca evaluar. A unos y a otros. Los convocantes pudieron comprobar
por vez diez mil que, si el contexto no es favorable, no hay movilización, y en
estos tiempos la gente está más pensando en trabajar y en llegar a fin de mes
que en tumbar a Luis Arce, que al fin y al cabo ganó holgadamente y contra
nadie porque la oposición se diluyó en lo de siempre.
Los asediados por su
parte también hacen cuentas y esconden una Ley que fue el objeto de la ira de
sectores que son propios, que son del 55 por ciento, pero que responden
precisamente a la lógica sindical masista, que carga con tantas promesas.
El Gobierno ya hizo
olvidar el tren a Arica; hizo olvidar la Ley del Oro; hizo olvidar el Código
Penal; hizo olvidar la Ley impositiva a servicios digitales como Netflix y de
seguro no le será tan difícil hacer olvidar una Ley contra las Ganancias
Ilícitas que básicamente molesta a aquellos que ganan ilícitamente y a sus
representantes.
Luis Fernando
Camacho solo dio las gracias y recogió banderas. Los hechos violentos, aunque
aislados, les han dado a los convocantes una salida airosa: “La violencia NO ES
EL CAMINO, y pese a las miles de provocaciones, vivimos un paro cívico exitoso.
Felicito a los gremiales, a los transportistas, a los vecinos, a los cívicos y
a todos los sectores que liderizaron este movimiento ciudadano y lo
convirtieron en una fiesta democrática. A los radicales del MAS que intentaron
con violencia impedirlo, solo puedo decirles: sigan participando”.
Los que esperaban
que ese mismo lunes tomara un avión y se plantara en La Paz para sacar a Luis
Arce también se quedaron con los crespos hechos. El “wiphalazo” en Santa Cruz
volvió a desatar la fiebre xenófoba del presidente del Comité Cívico, Rómulo Calvo,
que llamó “cuervos” a los manifestantes, a quienes dijo que se movilizan “en
contra de los cruceños, en contra de la tierra que les da de comer, no sean
cuervos”.
Y por cierto que en
medio de la polarización volvió a emerger “ella” (como la denominan en los
grupos de alta consultoría), Eva Copa, la alcaldesa de El Alto que no cerró su
alcaldía pero que comprende los motivos del paro y que vuelve a quedar como
alternativa coherente, ni contigo ni sin ti, en este clima polarizado de
política en diferido y muy pensada para hacer lío, porque desde hace demasiado
tiempo, pinta más lo que se habla en las redes que lo que se habla en la
Asamblea. Y eso incluye a la Ley de Ganancias Ilícitas.
¿Cuántas vueltas
soporta la wiphala?
La wiphala es un
símbolo nacional incluido en la Constitución Política del Estado al mismo nivel
que la flor del patujú y otras, solo que como se trata de una bandera, desde el
principio, se le han ofrecido privilegios. La cuestión es que nunca se ha hecho
demasiado por socializar, y la bandera indígena a la que se viene cargando de
significado con el paso del tiempo no acaba de ser tolerada en las tierras
bajas y urbanas, por lo que el empecinamiento en su vigencia logra más bien
dividir y no unir. Por el momento no parece que la intención sea tampoco otra.