Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 13 de octubre de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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Este lunes el país vivió un paro de 24 horas que se sintió principalmente en el eje troncal. Este paro nacional se realizó como medida de protesta contra de la Ley 218 que de ser emitida permitiría investigar cuentas bancarias y allanar inmuebles y negocios de ciudadanos a simple denuncia, sin orden judicial. Algunos líderes de oposición consideraron este paro como exitoso, mientras que desde el gobierno se lo calificó como un fracaso. El día siguiente, el gobierno central convocó a movilizaciones de calle en lo que los analistas consideraron una clara respuesta a la protesta nacional del lunes. Es obvio que estamos viviendo pulseadas de fuerza entre los dos grupos de poder principales en el país. La pregunta que queda en el aire para miles de bolivianos hayan participado o no de estas movilizaciones, es ¿ahora qué?
La Ley 218, como muchas otras medidas del gobierno actual, efectivamente vulnera los derechos de la ciudadanía y estamos en todo nuestro derecho de protestar en su contra. De la misma forma, la exigencia de liberación de presos políticos en el país y de respeto y respuesta a la marcha indígena que el gobierno está ignorando, también son exigencias justas. Precisamente porque nuestros pedidos son legítimos y necesarios, se los debe exigir de una forma que permita la participación constante y sostenida de la ciudadanía. Lo cual debería abrir la pregunta de si los paros cívicos son la forma más estratégica de continuar afrontando el abuso del gobierno, o si el liderazgo político del país debería empezar a renovar sus formas de protesta.
La noviolencia como técnica de lucha estratégica indica que existen tres métodos o “tipos” de protesta principales: persuasión, no cooperación e intervención. Estos tres métodos deberían aplicarse de forma escalonada y en secuencia. El primero, el método de persuasión, son todas las protestas que se encargan de transmitir un mensaje y sumar números a la causa: en el caso de Bolivia los hemos visto recientemente con las marchas por el 21F u otro tipo de derechos, o con campañas de grafitis o símbolos en las calles. Las protestas de persuasión pueden ser efectivas con una, diez o mil personas ya que su meta es transmitir un mensaje. Este método debería servir para informar y unir a la ciudadanía, antes de pasar a métodos más masivos de protesta.
El segundo método, el de no cooperación, sirve para interrumpir el flujo de poder hacia el oponente autoritario. Como su nombre lo dice, las protestas de no cooperación se basan en la desobediencia a leyes injustas y por lo tanto en este método sí se necesita números grandes de personas para que sea efectivo. Un ejemplo que hemos usado en Bolivia son las huelgas de trabajo, ya que dejamos de obedecer al sistema. Sin embargo, otras protestas de no,cooperación como los muy efectivos boicots económicos o la negación de pagos de impuestos no han sido exploradas en el país.
El tercer método y de más alto riesgo son las protestas de intervención, que implican no sólo dejar de cooperar con el sistema, sino intervenir en el flujo de poder de instituciones. Los paros cívicos, al incluir bloqueos, caen dentro de este tipo de protesta. El costo de protestas de este tipo es muy alto para los ciudadanos, principalmente porque hay una pérdida económica no sólo para el oponente sino para quien participa también, por lo tanto, sólo deberían hacerse cuando hay unidad de los actores de oposición y una estrategia con una salida clara a la solución al problema.
Sin embargo, los líderes de oposición en Bolivia, sobre todo quienes llaman a paros cívicos constantemente, no tienen unidad entre ellos ni una estrategia clara de cuáles son los siguientes pasos -de modo que están desgastando a la ciudadanía cuando se la necesita más fortalecida-. Si es que hay una estrategia de oposición hecha en unidad, no es clara para la misma gente que participa en los paros y eso ya hace mucho daño a la legitimidad de la causa. Ir a paros constantemente sin estrategia es como hacerle quimioterapia a un paciente directamente sin tener análisis previo ni un tratamiento con medicinas después. Puede causar más daño del que intenta remediar.
La ciudadanía boliviana que muy valientemente acata los paros y protestas de líderes en los que confía tiene el derecho a exigir transparencia, unidad y estrategia de los liderazgos de oposición. Me atrevo a decir que la falta de renovación política en estos partidos se nota, porque se siguen usando las mismas tres formas de protesta de hace 30 años (marcha, paro, bloqueo) en vez de aprender nuevas estrategias y aplicar las más de 198 formas de protesta que la noviolencia plantea. La democracia se debe defender también con nuevas formas, nuevos discursos y nuevos liderazgos siempre desde la noviolencia. Los gobiernos autoritarios nunca pierden el poder en batallas que ya conocen.
Jhanisse Vaca Daza es activista de derechos humanos y no violencia, cofundadora de ríos de pie.