Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 29 de junio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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No es preciso ser experto en análisis de contenido sobre mensajes presidenciales, para notar el sesgo casi desesperado que han tomado las últimas declaraciones de Evo Morales y sus adeptos. Arrecia la guerra entre el oficialismo empeñado en hacer tragar a la gente el anticonstitucional prorroguismo de un ensoberbecido casi dictador, y la oposición unida alrededor de la mayoría de bolivianos que se opuso a su re-re-reelección en el Referendo del 21 de febrero 2016.
Ahí yace el primer conflicto de interés. ¿De quién se habla? De uno que atrajo la simpatía del mundo y engañó a la opinión nacional con su humilde “chompita” a rayas y atravesado blablá del “proceso de cambio”, aparte de mentir de ser el primer presidente indígena latinoamericano.
Muchos compatriotas confundidos por la lluvia de propaganda gubernamental, soslayan que la pregunta del Referéndum del 21 de febrero era: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?” Evo Morales engrupió que de perder, se iría al Chapare a abrir un restaurante, quizá acompañado de un charanguero ahora con prontuario corrupto.
La mayoría mandó y nació el tsunami del movimiento ciudadano “Bolivia dijo NO”. Repudiando resultados de la consulta popular, el Tribunal Constitucional dio vía libre a la reelección indefinida de Evo Morales. Tal vez se “pagó” tal obsecuencia premiando a un ex magistrado con cargo diplomático en Suiza; su esposa goza de otra “pega” diplomática en Bélgica.
Una segunda calucha del conflicto es el llamado “Palacio de Evo”. ¿Dónde se ha visto “Casa Grande del Pueblo” con sauna, sala de masajes, gimnasio, helipuerto y otros caprichos que no conoce la mayoría de bolivianos? Puede darse tal vez en lujos de beduinos atiborrados de petróleo, pero en veintitantos pisos del Palacio de Evo falta nomás un ala para un harem multicultural, multirracial y multinacional de un presidente rijoso.
Añade insulto a la injuria la residencia del falso comunista, el Vicepresidente, a quien tal vez urgía alojar sus 25,000 libros, que de haberlos leído le harían un sabio, y de tenerlos, un ricachón. Presume de austero con un crédito bancario obtenido quizá con impostura académica. ¡A mamar a Madrid!
La tercera almendra de cáscara dura ataca a la Iglesia Católica. En mis tiempos se hablaba a sottovoce de “hijos de curas”, de sacerdotes que en su parroquia tenían mujer e hijos. Creía justo que ellos se casaran, aun antes de aflorar escándalos sexuales de pedofilia. Inclinó la balanza el libro “Betrayal: The Crisis in the Catholic Church”, que ganó el premio Pulitzer en EE.UU, y en que se basó el film “Spotlight” sobre la indagación periodística del diario “The Boston Globe”.
En Bolivia, oficialistas caminan por la cornisa de agredir a la jerarquía eclesiástica que les critica, o apoyar el nombramiento de un indígena amigo del Presidente como cardenal. En lo que a mí respecta, pudiera ser marciano. La mirada más honesta es la de un obispo que habla de 50 entre 700 curas: 7 por ciento, un problema menor, dijo. ¿Y los pedófilos sin pareja que abusan niños y jóvenes pobres? Otro tanto. Son casi 15 por ciento, poco más de mil pecadores que deben censurarse. Cuenten además otros vivillos, que el pecado es uno seas católico, protestante, islamista o ateo.
El meollo del asunto es la hipocresía abusiva del poder. De una vez por todas, urge sepultar el estereotipo del altoperuano dos caras, que no es solamente boliviano, ni circunscrito a la política. Así como un glaciar inmenso empieza con un hilo de agua que baja de la altura, la vertiente primigenia es la corrupción. ¿Acaso no es la plata de todos los bolivianos? ¿Para qué efectuar un referendo si van a mentir cuando el resultado es adverso? El conflicto de interés yace en elegir entre combustible y gastos conexos, y equipo para postas y nosocomios estatales, para colmo de abusivo mandamás apenas regresado de oneroso periplo para presenciar el Mundial de Fútbol en Rusia. Es evidente la distorsión de prioridades, que se prefiera invertir en palacetes y canchitas de fútbol, sin equipos ni atención médica para dolientes que mueren sin cama en pasillos de hospitales. ¿Hay que ser impostor mandamás o sabihondo para tener una casa decente en Bolivia? La asunción de un cardenal de origen altiplánico después de otro oriundo de las tierras bajas, ¿no se presta al juego gobiernista de digitar antagonismos de prejuicios y racismos que se deberían extirpar?
Lo censurable es que hoy parece que el otrora humilde Evo Morales prefiere la autocrática demagogia, y algunos le creen o siguen como borregos.