Las acciones de esos malos funcionarios causaron la decepción de los ciudadanos y lo que es peor, no muestran optimismo de cambio real en esa instancia, por lo menos por ahora.
El cuarto órgano de poder en el país es el Tribunal Supremo Electoral, cuyos miembros en vez de regirse por las normas vigentes, derechos y sentido común, se sometieron a sus miedos y tibiezas y así, dicho órgano se ausenta de ser garante real de los derechos políticos del pueblo boliviano.
Desde esa perspectiva, se debe recordar que un Estado se gobierna con una estructura institucional sólida, que en nuestro caso son cuatro órganos de poder que deben hacerse respetar, siendo solventes en la aplicación de la normativa y así proteger y garantizar el ejercicio real y pleno de todos los derechos de la población boliviana. 
Las debilidades que se traducen en falta de autoridad debilitan el Estado de Derecho y son espacios en que otros atentan contra nuestra democracia y soberanía, más aún cuando tenemos gente conservadora que gusta de lucirse con sus patrones que ya sometieron al país a intereses externos e intentan volver a explotarnos y mantenernos pobres, enriqueciendo solo sus bolsillos.
Ser autoridad, en cualquier espacio, no es detentar y ostentar del cargo, es ejercerlo pensando en el pueblo y la patria.