Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 28 de junio de 2018
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Si se pone usted en la piel del presidente, se dará cuenta del dolor que les causó perder la Alcaldía de El Alto. Más duro que la falta en aquel partido. Una humillación difícil de asumir. Después de los sindicatos cocaleros, El Alto era su baluarte y su trinchera. Ahí armaron la rebelión contra ‘el Goni’. Era su reserva electoral y se la arrebatan.
Aparte de dolor, lo de El Alto debió ser para el MAS y para el presidente una fuente de aprendizaje. Pero no lo fue. Nunca reflexionaron. Nunca sacaron lecciones, ni consecuencias. No lo aceptaron ni se les ocurrió pensar que algo pudieran haber hecho mal. Jamás se preguntaron qué pudo haber alejado a su incondicional población. No se dieron cuenta de que la tarea era reconquistar el amor que flaqueaba. Solo brotaron golpes y gritos.
Con desesperación buscaban culpables y castigos. Como si no hubiera sido decisión de los votos, optaron por hacer la vida imposible a la flamante alcaldesa. Multiplicaron los bloqueos y las manifestaciones. El odio y la ceguera llegaron a ser tan grandes que, con ministerio y policía aleccionados, intentaron quemar vivos dentro de las oficinas municipales a los trabajadores del nuevo poder local.
Como la alcaldesa continúa en el cargo, como trabaja y cumple con su población, llegó el momento del rodillazo final. Han desempolvado la entrega, en el siglo pasado y por cualquier otro alcalde, de un terreno municipal y le plantan un juicio traído por los pelos. Como si la división de poderes fuera cuento de hadas, ahí está hasta el ministro de Justicia dando órdenes a gritos sobre los fallos que el gobierno necesita desesperadamente. Antes de que se sepa si la denuncia es racional, antes de que se vislumbre si a la señora Chapetón le pudiera salpicar una gota de culpabilidad, quieren, necesitan, exigen, que la pongan tras las rejas, que la expulsen de la cancha con ignominia.
La democracia es una cultura. Es una manera respetuosa de concebir la sociedad. Es la comprensión de la importancia de la gente y de que el poder real es de la gente. El MAS no lo puede aceptar. Conquistaron el poder en aquella revuelta de El Alto y están convencidos de que desde entonces Evo Morales es propietario eterno del poder. Está en la cúspide para la que nació. Si alguien se atreviera a trastocar ese destino sagrado, rodillazo. Ya han anunciado que no piensan obedecer la decisión del pueblo y están dispuestos a dar su golpe fatídico al mismísimo Padre Eterno. Por eso, lo que nos espera es muy grave. Conquistar la democracia fue trabajo de 158 años. Ahora tenemos un año y poco más para lograr un cambio más profundo.