Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 30 de julio de 2021
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Concesiones mineras, construcción de carreteras, exploración hidrocarburífera, proyectos de desarrollo, otros
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El conflicto por la tierra en el Departamento de Santa Cruz
es provocado por una estrategia política que busca cambiar las mayorías
poblacionales en las áreas rurales para asegurarse el control de las provincias
y municipios de la principal región opositora al actual gobierno nacional. Con
esta politización del problema perdemos todos, los pueblos indígenas, que ven
avasallados su territorio, los campesinos que son utilizados y después
abandonados, los productores que no encuentran la seguridad para continuar
invirtiendo y el país en su conjunto, que inviabiliza a sectores como el
agropecuario y el forestal, con un inmenso potencial de desarrollo sostenible.
La narrativa detrás del conflicto está llena de mitos
que vienen siendo difundidos por quienes no creen en un modelo productivo
basado en la propiedad y la iniciativa privada, el cual permitiría un
crecimiento aún mayor de un departamento que tienen la fortaleza de basarse en
la producción sostenible orientada a la exportación y no en la extracción de
los recursos naturales, como lamentablemente, es la constante en nuestra
historia nacional.
Entre los mitos está la lucha contra la pobreza. Sin
embargo, generalmente las familias que son trasladadas son ubicadas sin mayores
recursos ni conocimientos en parcelas localizadas en zonas no aptas para la
agricultura, por lo que después de desmontar algunas parcelas, se arruinan y
terminan trasladándose a otras poblaciones para dedicarse al comercio. En Santa
Cruz, la agricultura y la ganadería para ser viables requieren, en su mayor
parte, de grandes extensiones e inversiones, por lo que este tipo de
asentamientos no brindaran bienestar ni prosperidad a quienes se establecen en
los mismos.
Los casos más exitosos de familias migrantes en el sector
agropecuario, especialmente en el norte cruceño, corresponden a quienes fueron
comprando por su cuenta parcelas de propiedad individual que fueron
consolidando en superficies mayores y no corresponden a una iniciativa estatal.
El sujetar a una familia a una parcela de propiedad comunitaria, en un
asentamiento forzado y sometida a la dictadura del sindicato agrario, equivale
a condenarla a la pobreza perpetua.
Otro mito es el de la defensa de los derechos de los pueblos
indígenas, que por el contrario, terminan viendo invadidos su territorio,
destruido su hábitat e inviabilizados en las actividades para las cuales tanto
sus tierras como su cultura tienen vocación, como la actividad forestal y el
aprovechamiento de la biodiversidad, la cual bien explotada, podría ser una de
las grandes fuentes de recursos, tanto para superar la pobreza de los pueblos
verdaderamente originarios de estas tierras como para generar una nueva
economía sostenible que beneficiaría a todo el país.
En este cometido, la verdadera forma de preservar el medio
ambiente es respetar la vocación de uso mayor de la tierra, lo cual debe
llevarnos al equilibrio entre la producción agrícola, ganadera, forestal, e
incluso la promoción del turismo en las reservas y parques, además del ya
señalado aprovechamiento de la biodiversidad.
No hay incompatibilidad entre el desarrollo productivo
agropecuario y forestal con la preservación del medio ambiente, entretanto se
respete el uso del suelo, pues ambos se complementan y se necesitan para
garantizar la sostenibilidad de la producción. Lo que atenta contra el medio
ambiente es el asentamiento de comunidades con fines políticos, las cuales
fracasan prontamente, profundizando el círculo vicioso de la pobreza o buscando
en el cultivo de la hoja de coca la fuente de su subsistencia, con lo cual se
ingresa a otro círculo vicioso, el de la coca/cocaína.
En realidad, si se quisiera luchar de verdad contra la
pobreza, se debiera dejar que las actividades agro-productivas se desarrollen
sosteniblemente y alrededor de las mismas surgirán miles de oportunidades de
empleo y emprendimiento, tanto en el comercio como en la prestación de
servicios, como ya viene sucediendo sin la intervención del Estado, camino por
el cual cientos de miles de personas han salido de la pobreza y hoy son
propietarias de sus propios negocios.