Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 26 de julio de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Conflictos limítrofes
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Así hemos vivido
desde hace décadas, y seguiremos viviendo mientras el desarrollo y la promoción
del turismo en nuestro país no se convierta en política de estado, y que de
esas directrices Gobernaciones y Municipios elaboren sus propias políticas de
turismo, de manera prioritaria y urgente, lo demás solo son acciones o juegos
artificiales que alumbran sólo un momento. A esto, la participación del sector
privado del turismo es muy importante, de los emprendimientos comunitarios y
las universidades, que no sólo deben aparecer en la palestra pública cuando
ocurren estas situaciones, con solicitadas y pronunciamientos, deben exigir y
ser partícipes activos y propositivos de la construcción de esas políticas de
estado, regionales y municipales, de otra forma seguirán siendo parte del
problema y no de la solución estructural del turismo en nuestro país.
Aún en esas
condiciones, en 2019, según datos oficiales, hemos tenido la visita aproximada
de 1,2 millones de turistas extranjeros, pareciera que son números muy
alentadores, pero paradójicamente con esa cifra ocupamos el penúltimo lugar en
Sudamérica en turismo receptivo, delante de Venezuela. Quién sabe que en estas
décadas también fuimos muy conformistas.
Lo que ha ocurrido
con los domos de hotel en el Salar de Uyuni en las últimas horas, es el reflejo
de la ausencia de políticas turísticas en el país en todos los niveles que
manejan esta actividad, que se remonta a las últimas dos o tres décadas; por
eso, ayer fue el Salar, antes de la pandemia fue la Isla del Sol (Copacabana),
anteriormente Coroico, Charquina con los cobros o peaje a los turistas que van
a hacer turismo rural o de aventura, también Potosí precisamente por la pugna
de límites con Oruro y que provocó un bloqueo prolongado con grandes perjuicios
a los turistas y a las empresas operadoras que no tenían cómo sacar a sus
grupos de turistas; importa todo lo que implique “atentar” a sus intereses
sectarios porque el interés o beneficio general o nacional no existe en su
léxico. O talvez, como alguien dijo, necesitamos educación, educación y más
educación.
Más allá de que la empresa afectada tenía la autorización y el permiso correspondiente, nadie tenía el derecho de acabar con toda la inversión que había realizado, porque vivimos en un estado de derecho, porque la llegada de turistas a la zona beneficia económicamente a toda la población y poblaciones aledañas, pero el daño más importante es a la imagen del país y al del Salar de Uyuni, este último convertido desde hace menos de una década en uno de los destinos o emblemas turísticos que se está posicionando de mejor manera en el mundo. Sólo como ejemplo, entre enero y diciembre de 2019, antes de la pandemia, los establecimientos de hospedaje del Salar de Uyuni y alrededores recibieron a 105.382 turistas nacionales y extranjeros, todos ellos dejando ingresos económicos en la zona.
El mundo y el país
está en proceso de salir de la crisis que ha generado la pandemia, en el que el
sector turismo en uno de los más golpeados, a esto se suma acciones de esta
naturaleza que dan la vuelta al mundo en un segundo, la recuperación del sector
será más lenta y prolongada de lo que ya estaba antes de este suceso, porque no
sólo quemaron infraestructura y bienes, sino que quemaron parte del corazón y
el ícono turístico más importante que tiene nuestro país en este momento,
quemaron desarrollo y bienestar para las poblaciones que viven del
turismo.