Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 24 de junio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El rumor de la despedida se está deslizando desde altos espacios de poder hacia las bases. Una especie de test, de macro grupo focal que analiza el escenario que se abriría ante una hipótesis que ya abordamos hace unos meses en La Mano del Moto. ¿Tiene posibilidades un MAS sin Evo de ganar las elecciones? ¿Está Evo en condiciones de dejar el poder? ¿Qué señales está dando Evo de despedida?
El MAS puede ganar
Después de docenas de análisis encargados a diferentes consultores en este país y en otros, las altas jerarquías del Movimiento Al Socialismo (MAS) empiezan a asumir que el referéndum constitucional de 2016 fue un error mayúsculo, una precipitación que no era necesaria. Los responsables de aquello todavía andan cerca del Presidente, pero han dejado paso a algunas ideas nuevas.
Como se les advertía entonces, no era preciso convocar un referéndum en 2016, solo un año después de tomar posesión de tu tercer mandato y con cuatro largos años por delante, sino que el MAS hubiera sido más hábil de haber atrasado hasta estas fechas recientes la resolución. Incluso más. Los analistas de entonces le pedían al Presidente que lo dejara para febrero o marzo de 2019, para hacer una sola campaña.
Entonces advertían que a finales de 2018 la economía se iba a recuperar de una manera más sólida en el país y en los departamentos. Que el petróleo subiría y que la coyuntura internacional, con elecciones en Brasil, México y Colombia, podía ser más favorable.
También entonces le advertían que la oposición no lograría unirse ante la simple expectativa de que Morales no fuera candidato y que por tanto, con seis meses de anticipación, fuera cual fuese el candidato, no habría margen de acuerdo.
Lo cierto es que a la fecha el petróleo ya supera los 65 dólares por barril, 20 más que lo contemplado en el presupuesto y la oposición no parece estar muy dispuesta a la comunión. Sólo el Gobernador de Tarija Adrián Oliva es optimista ante un rápido acomodo de piezas que se puede dar en cualquier momento.
Sin bloque opositor, tampoco hay una propuesta alternativa. Ni siquiera un mínimo catálogo de propuestas rompedoras que puedan llevar a un candidato a disputar el poder con el candidato del MAS. Con esa realidad y con las banderas todavía firmes en el imaginario colectivo, el perfil conservador boliviano juega a favor del partido azul, que se puede presentar como el guardián de la estabilidad más allá de Morales, que en su retirada se llevará también una buena dosis de errores.
Evo puede dejar el poder
El poder atrapa a los políticos y perderlo les llega a causar verdaderos traumas. Elegir delfín suele ser un momento difícil que, casi siempre, sale mal. Cristina Fernández eligió al peor de todos para que no le hiciera sombra, perdiendo, claro. Lula a Dilma, que siempre le dio su lugar. Chávez tal vez no volvería a postular a Maduro. Aznar seguro que no a Mariano Rajoy. Tampoco Uribe a Santos y qué decir de Rafael Correa y Lenín Moreno. No hay que irse tan lejos, Óscar Montes aún sigue lamentando que se le cortaran todos los caminos al poder tras ungir a Rodrigo Paz.
El problema con la mayoría es la corrupción, casi todos han sufrido tras dejar la protección del poder porque ya durante su gestión habían visto los fantasmas muy de cerca. Morales ha visto escándalos cerca como el Fondo Indígena y sobre todo, el asunto Gabriela Zapata que, más allá de la novela rosa, involucraba concesiones muy importantes del Gobierno a una antigua compañera de cama, pero por el momento su imagen se mantiene indemne.
Sin embargo, la diferencia con los demás es tal vez la capacidad que tendrá el presidente de ganar la calle. Morales llegó al poder paralizando el país a su antojo y nadie duda de que mantiene intacta esa capacidad luego de los 12 años larguísimos de gobierno. No hay un sucesor en el propio partido que vaya a tener la capacidad de movilizar al pueblo contra Morales, más bien al contrario.
Evo y la despedida
Quienes lo cono76cen de cerca también señalan que Morales ha dejado de tomar decisiones electorales y se concentra más en el ejercicio del poder, en hacer lo que le gusta y en disfrutar de los pequeños privilegios del cargo, lo que parece anticipar su despedida. La comparación entre su primer Mundial como presidente, en 2006, que compartió con un grupo de muchachos en Palacio Quemado, hasta el reciente, 2018, en el que ha forzado una reunión de alto nivel con Putin para estar en Moscú es bien elocuente.
Lo es también algunas de las suntuosas obras impulsadas y permitidas, como el nuevo Palacio de Gobierno lleno de lujos, y lo es también, por ejemplo la mala relación que ha empezado a cultivar con diferentes sectores sociales y profesionales, como con los periodistas, la Iglesia o las mujeres en general. Morales ya no hace esfuerzos por disimular su animadversión ni aunque su popularidad esté cayendo en picado y se avecine una campaña electoral contra natura.
En ese aspecto es relevante la inacción con la que se ha asumido la Presidencia de Unasur, el foro político que debía ser el más importante de Sudamérica y que se ha desintegrado justamente tras la asunción de Morales. Los seis países que decidieron retornar bajo el ala de Estados Unidos obviamente desconfían de las intenciones de Morales en la rearticulación del grupo en el contexto de Venezuela, pero sobre todo debía haber utilizado la Presidencia para gestionar los apoyos y posiciones de los países vecinos ante su inminente campaña de 2019, en el que la comunidad internacional va a presionar alegando el respeto a la Constitución y al propio referéndum. Morales no parece estar interesado en esto y sí en emprender su más largo viaje por el lejano oriente con quienes puede sondear su futuro inmediato.
El cambio
Lo cierto es que Morales, tras perder el referéndum, pidió a los suyos que dejaran la pelea de sucesión para 2019 y se concentraran en gestionar el poder actual. Lo cierto también es que esa misma mañana ya había empezado la lucha encarnizada por ser el elegido del aparato en la sucesión. Jugar a la violación de la Constitución ha concentrado todo el interés del partido y de la oposición. Morales y el MAS siguen marcando la agenda. No se cuestiona el poder total del líder aún de salida. ¿Se imaginan si el MAS nacional fuera similar al MAS Tarija?
Actualmente todas las opciones, gracias al Tribunal Constitucional y su paradigmática interpretación de lo que es un Derecho Humano, están abiertas para Morales. También la de elegir sucesor y cargarlo hasta la línea de meta, en el nuevo y colosal Palacio de Evo.
La oposición, en el pulso definitivo
No parece que la Ley de Organizaciones Políticas vaya a aplicarse en su integridad para las elecciones de 2019, ni por los plazos ni por los tiempos de la propia Asamblea Plurinacional, pero todo es posible en función del interés del Gobierno.
Actualmente existe un principio de acuerdo de la oposición nacional para someterse a una consulta amplia. La opisición, aquella que se integró en el G6 para cuestionar de fondo las decisiones de Morales y el Gobierno y que estaba conformada por los ex presidentes Jorge Quiroga y Carlos Mesa, el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, el Gobernador cruceño Rubén Costas, el empresario Samuel Doria Medina y el alcalde paceño Luis Revilla, y que se quedó en G5 tras la renuncia de este último, busca líder, pero se han dejado demasiadas cosas por fuera.
No parece posible que vayan a preparar una verdadera elección primaria con campaña, debate y propuestas, sino que de seguro optarán por el método sibilino y manipulable de la encuesta de opinión pública que, en realidad, apenas mide el grado de conocimiento de los aspirantes. En cualquier caso, el G5 no incluye ni al MNR, ni a Jaime Paz Zamora, ni a la Gobernación de Tarija, ni al mencionado Revilla, ni al Rector de la UMSA Waldo Albarracín, en franca campaña de posicionamiento, de entre los que se alinean en el perfil opositor.
El Gobierno ya ha elegido candidato y ha lanzado la campaña con todas sus fuerzas: Carlos Mesa y el asunto del Quiborax va más allá del desastre negociador y de los principios de unos y otros y parece ser más bien una campaña de incitación y posicionamiento sostenido más efectista que el asunto del mar, con el que por cierto compartirán victorias o derrotas. Mesa no es ni de lejos un outsider y más bien carga un pesado legado a sus espaldas que podría confrontar tanto con Evo Morales como con otro candidato nuevo. Difícilmente la oposición puede plantear una renovación con figuras como Carlos Mesa.
Del resto del G5 también se ha pronunciado Rubén Costas, que ha promocionado su nombre “si el partido le pide” para liderar la alianza opositora, y también es evidente el interés de Samuel Doria medina de volver a pelear la Presidencia. SU equipo es el que con más ganas ha salido a chocar con Luis Revilla, que también lleva semanas promocionando su candidatura en todos los departamentos y que dedicó unas cuantas lindezas y críticas al sector opositor clásico.
Sin duda la resolución no será ni rápida ni inmediata. Tal vez ni siquiera sea solución.