Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 10 de junio de 2021
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Asamblea Legislativa Plurinacional
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Toda la moralina que brota en relación a la pelotera que se armó el otro día en el Congreso; toda esa rancia solemnidad que transpiran los que hablan de “bochorno”, “escándalo” y “vergüenza” es mucho más “deplorable” (otra palabrita que se usa en estos casos) que el “clinch” de los parlamentarios que hicieron arder las redes sociales el pasado martes con comentarios de todo tipo, que tampoco vale la pena comentar, pues sería como hacerse mala sangre con lo que gritan los hinchas fanáticos en los estadios.
No es la primera vez ni será la última que la política nos brinda un espectáculo como éste y no hay para qué rasgarse las vestiduras, ya que hasta en los países más civilizados de Europa, Norteamérica y Asia se producen hechos similares y mientras las divergencias sigan existiendo en el mundo, habrá quién esté dispuesto a alzar los puños para defender sus ideas. Y no es que estemos de acuerdo en que la violencia sea un método recurrente, sino que hay que verles el lado positivo a las cosas: es preferible que los políticos se peleen entre ellos (cuanto más, mejor) a que persista un solo bando que se las tome contra el pueblo, proyecto que siempre está presente en cualquier proyecto dictatorial como el que quiere instaurar el MAS.
Dicho esto, sí hay que hacer algunos comentarios sobre el rostro feo del episodio del otro día y en eso el MAS se lleva la flor, pues además de ser una caterva de impulsivos y provocadores, también son muy hábiles para planificar este tipo de desenlaces, a los que siempre le han sacado abundante rédito mediático y político. No cabe duda que lo del martes fue un acto premeditado no sólo para cargar sobre la oposición los estigmas de siempre, sino también para generar una cortina de humo alrededor de la desastrosa situación sanitaria que atraviesa el país y que no ha podido ser disimulada por el montaje del “golpe de estado” ni por el aspaviento armado alrededor del caso Murillo.
La simulación tampoco es nada nuevo ni exclusiva de nuestra política criolla y hay algo aún más grotesco todavía. Se trata del uso sistemático que hacen de los indígenas, a los que mandan siempre al frente para instrumentalizarlos, para generar sensibilidad en la gente, para denunciar racismo y para hacer creer que hubo discriminación en los sopapos del otro día. Así lo han hecho siempre, lo vemos ahora con la ex diputada Lidia Patty y han llegado a extremos peores, pues en los conflictos de 2019 los usaron como carne de cañón y siempre han sido el fusible a mano en los hechos de corrupción. Los ejemplos sobran y el caso del ex ministro de agricultura, Edwin Characayoes sólo el más reciente.
Esas fórmulas, montajes y trampas siempre le dieron resultado al MAS, pero eso fue hasta 2019 cuando se pasaron de la raya con el fraude y encima de todo, Evo Morales terminó desmitificando lo bueno que se decía de los indígenas, de la limpieza, la valentía y otros discursos, que a lo mejor son ciertos. Ahora deberán tener cuidado con las denuncias que hacen sobre el diputado potosino supuestamente humillado, discriminado y “tuticuantis”. No les conviene insistir en aquello, pues la gente se está terminando de convencer que la cobardía es cosa seria en el MAS.
El MAS hace un uso sistemático de los indígenas, a los que mandan siempre al frente para instrumentalizarlos, para generar sensibilidad en la gente, para denunciar racismo y para hacer creer que hubo discriminación en los sopapos del otro día.