Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 24 de mayo de 2021
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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Cuando falta poco más de una semana para el congreso del Movimiento Al Socialismo (MAS), las aguas internas se agitan cada vez con más virulencia. El evismo, que es la corriente más fuerte del partido, busca acallar los pedidos de renovación que, a su vez, suenan cada vez con más fuerza.
La pugna está centrada en los excolaboradores del expresidente Evo Morales. Los renovadores los quieren lejos del poder, mientras que los evistas luchan por mantenerlos en el Gobierno.
Esta pulseta se expresa en el escenario público, en las reuniones partidarias, en el gobierno de Luis Arce y, sobre todo, en la Asamblea Legislativa. Por ejemplo, la más reciente discrepancia tiene que ver con el nombramiento del exministro Héctor Arce como embajador ante la OEA, que aún no ha obtenido luz verde en el Senado.
En medio de este escenario que cuestiona hasta el liderazgo de Evo Morales en el partido, el expresidente, fiel a su estilo, adoptó un discurso amenazante. Tras la derrota en las principales plazas de las subnacionales, anunció una purga interna para sacar a los que le acusan a él de ser el responsable de la derrota por haber impuesto el dedazo en la selección de candidaturas. Hace poco, dijo que se verá “cómo sancionar” a aquellos que le critican o que ponen en duda las acciones de Luis Arce.
Justamente para eso será el congreso del MAS, para reformar el estatuto del partido con miras a acallar a los críticos, expulsar a los renovadores y atornillar a la vieja guardia encabezada por Morales.
Los renovadores, por su lado, apuestan a la presión pública y, desde ese ámbito, piden aplicar la purga en el partido, pero a la inversa, es decir, para sacar a los exministros de Evo Morales, que a toda costa quieren permanecer en el poder.
En este grupo se encuentran los movimientos sociales que sustentan al partido y varios parlamentarios que han roto el silencio para pedir renovación.
Pero, ¿cuánto le importa al resto del país lo que le ocurra al MAS? Debería importarle mucho porque es el partido que gobierna Bolivia y, dependiendo de si se impone una u otra corriente, se impondrá un estilo más o menos autoritario.
Hasta ahora, Evo Morales ha demostrado que es el poder detrás (o delante) del trono y así le ha ido al país: instalación de un relato sobre un inexistente golpe de Estado, persecución a los opositores, escasas señales de reactivación, falta de acción ante la pandemia (a excepción de la compra de vacunas), entre otros aspectos.
La renovación del MAS podría significar un nuevo aire en el estilo de gobernar, aunque conociendo el poder de Evo Morales, lo más probable es que se imponga su corriente y que los renovadores sean relegados.