Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 22 de junio de 2018
Categoría: Legislación electoral
Subcategoría: Leyes nacionales y decretos reglamentarios
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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La idea de incorporar las primarias, en general, responde a la necesidad de mejorar la democracia interna, pues facilita la participación de la militancia; busca promover la presencia de más de una candidatura, generando procesos de formación y renovación interna; motiva el debate ideológico, ya que cada candidato presenta una visión y propuesta distinta de país, obligando a abrir el debate. También ayuda a visibilizar al partido y a los candidatos ante la ciudadanía y, de algún modo, constituye una precampaña. Finalmente, el hecho de diseñar un lugar donde se dirimen las tensiones y controversias puede evitar los riesgos de fragmentación partidaria; sin embargo, hay estudios sobre la aplicación de primarias en el mundo que demuestran que estas intenciones no solo no se cumplen, sino que, en muchos casos, producen el efecto contrario.
En Bolivia, la cultura política caudillista en los partidos lleva a dudar sobre la eficacia de este mecanismo; además, no hay en este momento organizaciones donde se pueda percibir pugnas reales de liderazgos; en general, las tensiones internas en el pasado se resolvieron dividiendo las organizaciones. Como todos sabemos, las decisiones en las organizaciones políticas están sustentadas en prácticas informales y en relaciones de intercambio político clientelar o de capitales simbólicos, más que en el cumplimiento de reglas institucionales, como sucedió con las muchas experiencias de elecciones internas realizadas.
Dadas las condiciones del actual mapa político, en el caso del MAS, las primarias solo servirán para ratificar el liderazgo exclusivo de Morales; en el caso de las alianzas de opositores, si se concretan, podrían permitir consensuar un binomio de unidad, que atenuaría la dispersión del voto opositor. Y aplicar primarias a organizaciones más pequeñas es un saludo a la bandera.
Lo cierto es que las organizaciones políticas atraviesan, probablemente, por una de sus peores crisis, lo que incluso hace dudar de la necesidad de su existencia. Lo cierto es que es imposible prescindir de ellas, por tanto, es ponderable buscar formas institucionales externas que les permitan reinventarse.