Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: miércoles 20 de junio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Estado y Gobierno
Andrés José Mora Ruiz
Algunas personas podrán reprochar estos artículos por su recurrente teorización, y escaso análisis coyuntural. Aclaro: una de las intenciones de éstos, ha sido y será, generar reflexiones. Ello justifica el encabezado:Escuela Ciudadana, porque pretende ser un espacio por y para el pensamiento del sujeto político. Así pues, los temas versados aquí, tendrán siempre el propósito de invitar a pensar desde aclaratorias (o confusiones) teóricas o abstractas; pero, no por ello, carentes de pertinencia. Y, quién les habla con estos textos, no es más que un sujeto en constante inquietud formativa, que no cree en disertaciones filosóficas, teóricas, y menos de opinión, como procesos con puntos finales; por el contrario, creo en lo que me decía un profesor de filosofía política: “En filosofía hay puntos suspensivos”, y así, por extensión, toda tarea reflexiva y crítica puede dejar ese espacio abierto para el constante pensamiento. Pues bien, es unainvitación a usted señor lector, señora lectora, estudiantes, académicos, ciudadanos en general, a reflexionar sobre la ardua tarea de ser sujeto político, lleno de contradicciones o desaciertos, pero en constante búsqueda por una mejor sociedad. En ese sentido, todo este modesto esfuerzo es una forma de alfabetización política.
En esta oportunidad, hablaremos de las diferencias entre Estado y Gobierno, y del problema resultante de su confusión. Mucha teoría abunda sobre ello; sin embargo, bien se puede observar que en declaraciones u opiniones de políticos o ciudadanos, se tiende a hablar del Estado para hacer referencia al gobierno y viceversa. Decimos por ejemplo: “El Estado ha implementado medidas que nos perjudican” o “El gobierno ha implementado medidas que nos perjudican” de forma indistinta. Sin embargo es necesario aclarar un aspecto fundamental: El gobierno siempre puede ser Estado, pero Estado no es siempre gobierno. Y esto se debe a una simple característica esencial: el componente humano. Veamos, Estado y Gobierno son instancias netamente humanas (de allí su fusión o, confusión) sin embargo, orgánicamente si se pueden distinguir uno del otro, en aspectos más concretos. La temporalidad es una de las principales formas de establecer un límite. El Estado es la institución política por excelencia creada a partir de un pacto social manifiesto en una constitución para ordenar la vida en sociedad, de allí se entiende que su naturaleza es atemporal, esto quiere decir, la existencia del Estado no depende del tiempo de vida de un ser humano, si no que busca superar la naturaleza mortal del individuo para perdurar en el tiempo y seguir con su función reguladora y ordenadora de la vida social. El Gobierno, por su parte, es el componente que administra al Estado y le hace funcionar, el gobierno si es temporal, porque pasa por una serie de condiciones donde, en teoría unosasumen el poder, luego se retiran y lo toman otros, y así sucesivamente y alternativamente (muy ideal ¿no?) dependiendo del sistema o forma de gobierno se puede hablar de distintos márgenes de tiempo y formas de sucesión en el poder. El problema que se deriva de la confusión, o uso indistinto de los términos para referirse a una misma cosa consiste en lo siguiente: si Estado y Gobierno se dan por sentado como lomismo, ocurre que: quién gobierna pretenda ser eterno y además, se le debe agradecer por el cumplimiento de sus funciones. Donde más se observa esto, es en el régimen presidencialista de un sistema republicano (por no hablar de las monarquías donde la descripción pasa por un análisis más detallado) este sistema de gobierno cae en el error, alimentado por factores culturales y ciudadanos, en varios vicios, odegradaciones. Y ocurre de sobremanera, cuando no se respetan las reglas del pacto social; entre ellas, la división y contrapeso de los poderes. El personalismo: llevar las relaciones de poder a un plano donde la persona se muestra imprescindible para cumplir los fines del Estado, y con ello, justificar su perpetuación en el poder. El clientelismo: la relación de dependencia laboral donde se canjea votos y apoyo por estabilidad laboral, condicionando el derecho al trabajo y perjudicando el concurso público. Tráfico de influencias: donde se vulnera el funcionamiento regular e impersonal del Estado debido a vínculos ilícitos para obtener beneficios del Estado en diversas áreas. Todo ello ocurre ante nuestra mirada suspicaz, puesto que todo redunda en corrupción. La principal causa: creer que el Estado es Gobierno. Por olvidar que el Estado tiene sus fines en el bienestar, paz o justicia, instancias que no admiten caprichos o discrecionalidad, el Estado tiene sus reglas y normativas para operar de forma plena, sin ambigüedades, o favoritismos; y por ello, gobierne quien gobierne, se deben cumplir. El gobernante es un funcionario más del Estado, y es el principal servidor público. De según como miremos a nuestros gobernantes, y según como seamos en nuestra vida cotidiana tendremos el gobierno que nos merecemos. Por ello, es indispensable la Teoría Política, porque a partir de ella podemos hacer contrastes entre el ser y el deber ser de nuestra realidad política, siempre con miras amejores escenarios.