Medio: El Día
Fecha de la publicación: lunes 03 de mayo de 2021
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Municipal
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Este lunes comienza una nueva era en Santa Cruz. Hablamos de los gobiernos locales, alcaldía y gobernación, que cambian de conducción luego de largos periodos en manos de líderes que mantuvieron en sus cargos en periodos sucesivos.
Los nuevos responsables de ambas instituciones reciben un mandato que les resultará mucho más complicado. Para ambos habrá terminado una época de bonanza que coincidió con el auge de los precios del gas y los minerales, que permitió a los municipios y los gobiernos departamentales manejar cantidades de recursos nunca antes vistas, que hubieran sido mayores de no haber sido por el centralismo cavernícola boliviano y por el régimen abusivo que se dedicó a confiscar el dinero que les corresponde a las instancias locales.
Hemos avanzado, sin duda alguna, y la crisis no debe ser una excusa para estancarnos. Tenemos al frente un gobierno mucho más desesperado desde el punto de vista financiero y político, que no dudará en arremeter con toda su fuerza, especialmente contra las instituciones que están en manos de la oposición.
Hasta hoy, el talante de la política que se ha impuesto en Bolivia ha sido eminentemente desarrollista. Los alcaldes y gobernadores constantemente buscan competir con el centralismo en la construcción de obras faraónicas, grandes moles de cemento, un modelo que esconde una patológica ausencia de planificación, carencia de visión a largo plazo y, especialmente, una mirada exclusivamente electoralista.
La pandemia ha puesto en evidencia que ese ese estilo gobierno no sirve, pues descuida lo esencial. Tenemos un sistema hospitalario frágil, desmantelado, sin capacidad de reacción e inútil para enfrentar los desafíos de la gente. Contamos con una educación inservible para los retos actuales. Las escuelas no cuentan con un servicio básico como internet, los profesores no conocen sobre nuevas tecnologías y el fracaso ha sido tan grande, que el año pasado las clases tuvieron que suspenderse y todavía hoy marchan a media máquina porque el rezago es grande y lamentablemente ninguna instancia gubernamental se ha puesto a altura del problema.
Santa Cruz es una ciudad dinámica y productiva. Estamos en la región más pujante del país. Sus autoridades tienen que estar en sintonía con el trabajo, los negocios, la formación de recursos humanos, con la necesidad de infraestructura acorde a los tiempos modernos. Tanto la alcaldía como la gobernación pueden aportar a fortalecer el gran capital que representa la gente, que hoy es el más amenazado por el virus, la falta de empleo y la postración educativa en la que nos encontramos y que, sin lugar a dudas, puede prolongar la pandemia más de la cuenta y extender sus consecuencias más de lo calculado.
Los gobiernos locales son los más importantes porque sus acciones tienen un impacto directo y mucho más acelerado en la calidad de vida de las personas. Precisamente estamos ante el reto vital de preservar este factor, fuertemente amenazado y en riesgo de caer en un mayor deterioro si es que no se toma conciencia de lo que se necesita hacer con urgencia.