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Gravitante Almagro: La estrategia de la OEA en 2019 y la caída de Morales

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: lunes 05 de abril de 2021

Categoría: Debate sobre las democracias

Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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Luis Almagro volvió a escena pública cuando el 16 de marzo el ministro de Justicia, Iván Lima, anunció un juicio por su labor en las anuladas elecciones de 2019. El papel del uruguayo fue gravitante en los comicios y la posterior salida de Evo Morales del poder.


Contenido

Un libro cuenta el plan del jefe de OEA con las elecciones y la oposición. La visita a Bolivia fue para ganarse confianza con Evo Morales, dijo.

A mediados de mayo de 2019, Luis Almagro y Evo Morales asistieron a una concentración del MAS en el Chapare. Foto: APG

 / 2 de abril de 2021 / 19:52

Luis Almagro volvió a escena pública cuando el 16 de marzo el ministro de Justicia, Iván Lima, anunció un juicio por su labor en las anuladas elecciones de 2019. El papel del uruguayo fue gravitante en los comicios y la posterior salida de Evo Morales del poder.

Expulsado del Frente Amplio en 2018, y otrora canciller de José Mujica, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) hizo todo lo posible por hacer que el organismo, a través de una misión de observación, asista a los comicios generales de 2019 en Bolivia.

Almagro había cuestionado el intento de Morales de buscar una reelección con un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional luego de perder en el referéndum de 2016, que planteaba la modificación de la Constitución Política del Estado. Ese fallo reivindicaba el “derecho” del mandatario de participar de las elecciones.

“En realidad, el Artículo 23 de la Convención Americana de DDHH citado en sentencia del TCP (Tribunal Constitucional Plurinacional) de Bolivia no contempla el derecho a perpetuarse en el poder”, escribió Almagro el 29 de noviembre de 2017 en su cuenta de Twitter. 

Sin embargo, entre llamativos vaivenes verbales, el diplomático había reconocido dos años más tarde ese derecho de Morales que puso en tela de juicio.

“Decir que Evo Morales no puede participar, eso sería absolutamente discriminatorio con los otros presidentes que han participado en procesos electorales sobre la base de un fallo judicial reconociendo la garantía de sus derechos humanos”, dijo en una insospechada visita a Bolivia, el 17 de mayo de 2019.

La declaración —en un acto en la Casa Grande del Pueblo frente a Morales— había causado indignación en la oposición, que descalificó a Almagro y puso en cuestión su papel injerencista en las elecciones de ese año.

Sin embargo, esa visita tiene su propia historia. Había sido pactada con el propio Morales, y cuando ocurrió, llamó la atención: Almagro firmó un acuerdo con Morales sobre la observación de la OEA en los comicios, participó de una concentración del Movimiento Al Socialismo (MAS) en Villa Tunari, donde lució guirnaldas de hoja de coca y bailó salay, y reivindicó la participación del líder cocalero en las venideras elecciones.

En un libro, Luis Almagro no pide perdón (editorial Planeta), de los periodistas uruguayos Gonzalo Ferreira y Martín Natalevich, admitió la razón de esa visita y de sus declaraciones: ganarse la confianza de Morales para conseguir la presencia de la misión de la OEA en las elecciones.

Aunque Almagro negó que la razón de sus movimientos en Bolivia hayan sido cálculo político, el libro —cuyo adelanto publicaron varios medios a finales de noviembre de 2020— reseña que “hubo una responsabilidad mayúscula de Luis Almagro, que lo admite sin ruborizarse y hasta se enorgullece de haber podido contribuir a cortar con un proceso de reelección que sobrepasaba el marco legal”.

El líder del organismo multilateral contó que en el referéndum de 2016 Morales tardó en admitir su derrota y que en las elecciones de 2019 se temía que “si se robaba la elección, si había fraude electoral”. “Había que estar, y la manera de estar era asumir determinadas responsabilidades y retos políticos”, admitió Almagro.

Conforme con la llegada de la misión, admitió: “Abríamos una posibilidad que era que Evo ganara legítimamente. Era el costo que tenía eso. Para mí, eso era imposible, imposible. Evo tenía menos votos todavía que los que había tenido cuando el referéndum, o sea que no tenía forma. Después abríamos la posibilidad de que la oposición ganara legítimamente. Y cerrábamos la posibilidad de que Evo se robara la elección”.

Estrategia

“Ése era el esquema. Yo esperaba que no llegáramos a la tercera opción. Para mí, era la segunda opción. Era que Evo perdía en segunda vuelta”.

Almagro afirmó en el libro que Morales no tenía opción de ganar en segunda vuelta, que “por eso hace esa movida absolutamente destemplada: quedarse con todo en primera vuelta, un disparate total”. “Pero yo tenía que tener esa posibilidad de evitar eso, si pasaba. La lógica era la segunda. Después te preocupás un poco cuando empieza a dividirse la oposición (se ríe), pero ni así”.

El día de la elección, el domingo 20 de octubre de 2019, la misión de la OEA adelantó sus observaciones cuando paró la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), sistema de conteo rápido no vinculante ni final. El informe precipitó la movilización de la oposición y el candidato presidencial Carlos Mesa convocó a vigilias frente de los tribunales electorales.

El 21 comenzó un paro que desembocó en la renuncia de Morales, el 10 de noviembre, cuando la OEA adelantó cuatro días su informe preliminar. Supuso la caída del presidente y la proclamación de Jeanine Áñez. Se había instalado la denuncia de fraude, con la que se anuló luego la votación.