El régimen de Luis Arce no conseguirá absolutamente nada con el encarcelamiento de Jeanine Añez. En todo caso, el costo de tenerla presa es muy grande, pues el mundo entero está pendiente de Bolivia y se multiplican las manifestaciones de rechazo a esta grosera manipulación de la justicia que actúa por detrás. 

Pese a ello, los operadores de este montaje deciden duplicar su apuesta con tintes de crueldad. Desoyen una orden judicial que ordena el traslado de la ex presidenta a una clínica, la llevan a otra cárcel para tenerla más vigilada y aislada y, por si fuera poco, uno de los jueces que actúa como esbirro, decide aumentarle de cuatro a seis meses la detención preventiva. 

Las reacciones de espanto por este trato inhumano se multiplican en todas direcciones, la Iglesia  clama por libertad, algunos dirigentes de la oposición elevan el tono de voz, se corre la noticia en las redes sociales que anuncian una marcha de masistas, cuyo presunto objetivo es tomar la plaza 24 de Septiembre, cunde el nerviosismo, surgen versiones contradictorias sobre una supuesta orden de detener a Luis Fernando Camacho, Santa Cruz se convierte en el foco de atención, adónde acuden algunos a refugiarse. ¡Cuidado! 

Conocemos perfectamente el libreto de guerra del MAS. Lo hemos vivido varias veces, en La Calancha, la toma de Cochabamba, en El Porvenir, el cerco a Santa Cruz, la masacre del hotel Las Américas. El terrorismo de Estado no improvisa nada y planifica cada paso que da. En este caso, buscará el pretexto perfecto para dar el zarpazo que necesita para que la tesis del golpe de estado pase de la ficción a la realidad. Nadie les cree, pero todo puede cambiar cuando alguien caiga en la trampa, cometa un mínimo error y desate la guerra que los aventureros están buscando para “meter la caballería” y que ocurra lo que Dios sabe están buscando.

Hasta ahora todo lo ha salido mal. Lo ideal hubiera sido que los acusados de golpe salgan corriendo para que el gobierno pueda argumentar que “el que huye es culpable”, deducción que obviamente no la aplican al cocalero prófugo. El arresto de la ex presidenta debía desatar la ira popular, las marchas y los bloqueos. La detención del activista cochabambino Yassir Molina estaba diseñada para provocar a la aguerrida “juventud cochala” y las amenazas hacia Camacho, Iván Arias y otras autoridades electas, tenían la intención de caldear los ánimos de quienes acababan de votar por ellos. 

Nada de aquello ha ocurrido. La calma impera en el país y, salvo algunos que parecen descontrolarse, todos los líderes democráticos saben que deben estar unidos en defensa de la democracia, pero jamás a favor de la violencia, los conflictos y la violación de los derechos humanos, métodos que frecuentemente han favorecido al MAS, por la habilidad que tiene de torcer la justicia. Además, a todos les tiene que quedar claro que este no es un asunto sólo de Santa Cruz, algo que el gobierno intentará buscar, como lo hizo aquella vez con el caso terrorismo.

Conocemos perfectamente el libreto de guerra del MAS. Lo hemos vivido varias veces, en La Calancha, la toma de Cochabamba, en El Porvenir, el cerco a Santa Cruz, la masacre del hotel Las Américas. El terrorismo de Estado no improvisa nada y planifica cada paso que da. En este caso, buscará el pretexto perfecto para dar el zarpazo que necesita para que la tesis del golpe de estado pase de la ficción a la realidad.