Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 15 de marzo de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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1. El MAS ha disminuido visiblemente su votación, no respecto a la elección nacional del 2020, sino respecto a los comicios subnacionales del 2015. Ese año obtuvo 6 de 9 gobernaciones y este año sólo ha alcanzado 2 en 1ra. vuelta y no tiene asegurada ninguna en 2da., salvo La Paz donde la distancia con su inmediato seguidor es amplia. Según el conteo rápido en 6 departamentos, salvando La Paz, Santa Cruz y Tarija, su votación mermó, en promedio un 14,7%. Y en las alcaldías la disminución alcanzó al 12,3% en 8 de las 10 principales capitales.
Es aún la única fuerza política con presencia nacional y, sin duda, sin tener todavía resultados, sigue siendo la única fuerza mayoritaria en el área rural, pero repitiendo su poca preferencia ciudadana en las ciudades grandes. Los resultados serán muy distintos a los que anunció Evo Morales, y la explicación va más allá de las peculiaridades de los candidatos y del voto regional. El gobierno del MAS, que apenas cubre mediocremente el corto plazo, no está encontrando la vía para relanzar su “proceso de cambio”, y discursivamente sigue en la “justificación” histórica y falaz del “golpe de estado. Parece sin rumbo estratégico y, peor, reiterando en la coyuntura los tropiezos autoritarios de sus predecesores, sin atinar aun a ofrecerle al país un plan integral de reactivación económica y superación de las crisis, pudiendo quedar al descubierto el agotamiento de un proceso que se embarrancó en la corrupción, el hegemonismo autoritario y el extractivismo. Y es eso, posiblemente, lo que estén sufriendo y cosechando varios de sus candidatos principales. El enorme contraste en manos de Eva Copa, en El Alto, ha multiplicado los efectos negativos de los dedazos y de las exclusiones, visibles también en Pando y Beni, y que recuerdan otras marginaciones anteriores en Chuquisaca y La Paz con Damián Condori y Félix Patzi.
Sí, es cierto, en elecciones departamentales y especialmente en las locales es muy evidente el peso de los candidatos, pero no ver el telón de fondo de una fuerza política sin iniciativa y sin renovación, es no percibir que, en última instancia, el agotamiento de proyectos nacionales supone que sus proyectos locales de inicio se marchiten.
2. Y con esa misma visión nacional debemos observar la otra vereda, la de la oposición que, detrás de las victorias regionales y municipales en las plazas principales, no deja avizorar casi nada hacia adelante. El 7 de marzo no fue posible encontrar fuerza política alguna que muestre ya no solo capacidades articuladoras nacionales, sino proyecciones de mediano plazo. Creemos, con la victoria de Camacho en Santa Cruz sólo ha ratificado su total encuevamiento regional sin siquiera intentar candidaturas en ningún otro lado. CC, con una bancada numerosa ha estado casi ausente en la contienda. No es prematuro decirlo después de casi 5 meses, pero parece que CC no puede estructurar una fuerza nacional alternativa. Todavía está a tiempo, pero no hay visos de que hagan un congreso fundacional para definir principios, visiones, organización y liderazgos colectivos que le den algún perfil partidario mínimo. Y ese perfil inexistente el 7 de marzo llevó a CC de “Herodes a Pilatos” buscando candidatos sin rumbo alguno. Carmen Eva Gonzales en Pando, Mateo Laura en La Paz y varios cuasi anónimos prestados en el resto del país, dan cuenta de un barco sin timón ni brújula que buscó “espacios” y candidaturas para eventualmente medrar en Asambleas y Concejos. Gary Añez, tiene mérito propio y lo hubiera logrado con cualquier sigla. Eva Copa, Manfred Reyes e Iván Arias, entre los principales variopintos, pero meritorios ganadores, requieren un análisis breve pero diferenciado:
Eva Copa representó la rebelión y la implosión alteña en el viejo MAS caudillista, sectario y excluyente. Quisieron sancionar y escarmentar a una líder joven emergente de la crisis que provocó el fraude y la fuga y se llevaron el chasco de un enorme bloque popular que abandonó a los autores del fracaso autoritario. Conscientemente o no Eva Copa representaba mejor que nadie la posibilidad de renovación masista -a la que parece haber renunciado Choquehuanca-, porque ella, sin abandonar su filiación política, percibió la necesidad de flexibilizar los radicalismos, preservar la base popular y avenirse a una transición democrática en la que el proyecto original del MAS pudiera rehacerse. Lo que no calculó es que los propietarios del “proceso de cambio” siguen chapaleando en los charcos de un proyecto envejecido prematuramente. No había cabida para ella y la echaron. Pero ella calibró bien lo que representaba y de ahí su arrolladora mayoría alteña que, desde el próximo mayo, será un cúmulo de posibilidades, pero también de interrogantes.
Reyes Villa cabalgó hábilmente en dos caballos: uno, el recuerdo finalmente positivo de una gestión discutible, y dos, la tragedia edilicia de una década en Cochabamba, donde se turnaron compitiendo ineficientes y corruptos de izquierda y de derecha. También el trae consigo más preguntas que respuestas.
Y en La Paz, Iván Arias no sólo ocupó el espacio que le dejó Waldo Albarracín, no sólo encarnó el mantenido sentimiento antimasista de la “hoyada”, sino que se proyectó sobre un doble vacío de Sol.bo: la no generación de nuevos liderazgos edilicios y, pese a la continuidad municipal, el abandono de un proyecto político de izquierda democrática que el MSM intentó construir a lo largo de 3 lustros. Sin menospreciar al “Negro” y su victoria, detrás de él no sólo están las interrogantes edilicias de una ciudad enormemente complicada, sino su visión política, invisible hoy en una persona que en cuatro décadas transitó desde sus orígenes de izquierda, hasta Jeanine y el descalabro transitorio, pasando por la ADN y el gonismo.
Habría que hablar también de emergencias novedosas como Llallí desde el civismo potosino o de Unzueta desde el voluntarismo sanitario, por lo que, con resultados electorales definitivos, volveremos sobre el tema. Pero especialmente volveremos sobre la gran ausencia, antes del 7 de marzo y sobre todo hacia adelante; la de una renovada propuesta popular y democrática que nos saque del empantanamiento masista sin retornar al tiempo triste del neoliberalismo.