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Rechazo al rol político de la OEA

Medio: Ahora el Pueblo

Fecha de la publicación: lunes 08 de marzo de 2021

Categoría: Debate sobre las democracias

Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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El rol político e injerencista de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue muy activo antes y durante el golpe de Estado de noviembre de 2019. Durante varios años, el secretario General, Luis Almagro, desarrolló una permanente campaña mediática en contra de la gestión del gobierno del expresidente Evo Morales, que fácilmente se puede interpretar como injerencia política en asuntos internos.


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El rol político e injerencista de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue muy activo antes y durante el golpe de Estado de noviembre de 2019. Durante varios años, el secretario General, Luis Almagro, desarrolló una permanente campaña mediática en contra de la gestión del gobierno del expresidente Evo Morales, que fácilmente se puede interpretar como injerencia política en asuntos internos.

En la lucha ideológica, la OEA se ha convertido en un interlocutor del Gobierno de Washington. La Casa Blanca perdió influencia en la región a partir del surgimiento de las denominadas corrientes progresistas, integradas por fuerzas políticas que abrazan el nacionalismo de izquierda, opuesto al neoliberalismo.

En ese sentido, evidenció su posición pro-estadounidense mediante planes desestabilizadores y de intervención en Venezuela, por ejemplo, que por años soportó los ataques de Almagro, un verdadero despropósito que claramente contraviene los principios básicos del derecho internacional y de la Carta de la propia OEA

En esta campaña, Almagro se extralimitó en sus funciones, porque en determinado momento incluso llegó a incitar a una intervención militar al país caribeño, lo que fue rechazado por la comunidad internacional, especialmente por los países de América Latina y el Caribe. No es el único caso, en otros países repitió la misma actuación.

En Bolivia, la OEA jugó un rol muy activo durante el golpe de Estado, todo estaba preparado, desde la prematura intervención del representante del organismo para deslegitimar los resultados de las elecciones hasta la emisión de un informe, documento que sirvió de respaldo a los opositores bolivianos para hacerse del poder.

Lo que vino en los días posteriores a la asunción del gobierno de Jeanine Añez fueron las masacres de Senkata y Sacaba. La primera masacre ocurrió el 15 de noviembre en el municipio cochabambino, donde fueron asesinadas 12 personas y 125 resultaron heridas en una represión policial. La segunda sucedió el 19 de noviembre en la ciudad de El Alto, cuando un operativo policial y militar terminó con la vida de 10 personas.

Este antecedente no es menor, países como Argentina y México condenaron el golpe de Estado y sin incurrir en intervenciones coadyuvaron a la salida del presidente Evo Morales y del vicepresidente Alvaro García Linera, además de otras autoridades.

El país nunca olvidará el cruento golpe de Estado con la ayuda de la OEA, por esa razón el presidente Luis Arce no participó en el acto de inauguración de las elecciones subnacionales. Allí se encontraban representantes del organismo. Además avisó que no asistiría a invitaciones donde concurra esa entidad.

“Mientras esté la OEA, nosotros no vamos a acudir a ninguna invitación del Órgano Electoral por razones obvias. Ustedes saben el papel nefasto de la OEA en la elección de 2019, entonces no hay credibilidad de la OEA”, fueron las palabras del Jefe de Estado en el momento de ejercer su voto.