Medio: El País
Fecha de la publicación: sábado 27 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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En tres días acaba la campaña electoral propiamente dicha en Tarija, aunque con toda probabilidad continuará la guerra sucia en redes sociales, una guerra que afortunadamente cada vez da menos réditos.
Los candidatos han hablado, han abrazado, han violado todas y cada una de las normas de bioseguridad por la pandemia del Covid, han sido mal ejemplo, han alardeado, han bailado en TikTok o han mandado a bailar, han abierto quiticientas casas de campaña, dicen que han explicado su plan, han debatido nada, y si esto no fuera Bolivia se podría decir ese clásico “la suerte está echada”, porque todo puede pasar en esta última semana. O tal vez nada.
En cualquier caso, esta ha sido una campaña en la que al menos los tres frentes principales - según sondeos - en Tarija se juegan mucho. Nadie tiene “nada que perder”, y eso se ha notado en la intensidad de la campaña.
Lo que se juega Unidos
El candidato Óscar Montes postergó cinco años su ambición de ser Gobernador en 2015 justo después de que se aireara el informe de la Unidad de Investigaciones Financieras que le atribuyo propiedades por encima de sus posibilidades salariales. Montes lo negó, pero se retiró, y hasta hoy siguen los casos abiertos.
En su nueva incursión, Montes ha optado por exprimir el concepto de “experiencia” sumando muchas siglas a su alrededor: Su amigo Johnny Torres con el MNR, el delegado de Samuel Doria Medina y Unidad Nacional, César Mentasti; su pana de Entre Ríos, Teodoro Suruguay y un par de fichajes sorprendentes: Lorgio Torres, que tras abrazar al MAS para gobernar diez años Caraparí retorna al emenerrismo para seguir en las mismas, y Mario Cossío y Camino al Cambio, que acabó aceptando unirse a quien alguna vez fue tildado de “traidor y verdugo” de Mario Cossío, “aliado del MAS”, y otras tantas calificaciones que otorgaba un hoy desaparecido Luis Pedraza.
Su campaña ha sido muy expansiva. Agobiante en redes sociales y con decenas de miles de banderas pintadas y colocadas que quién sabe de dónde salen. La habilidad de Montes para argumentar y los seis años que ha estado pensando en cómo explicar su gestión al frente de la Alcaldía le han permitido justificar casi todo, incluso suavizar sus posiciones críticas con la autonomía en general y la autonomía regional en particular. Si no ha ganado, al menos no ha perdido tanto como se podía prever.
Con un 40% de electores menor de 35 años, está por ver cómo funcione esa apelación a la experiencia y al recuerdo de una gestión no vivida, y lo mismo todos esos pasajes oscuros que acompañan a la familia Montes – Ponce y su fortuna. En cualquier caso, por edad, los candidatos de Unidos juegan su última bala en la elección del 7 de marzo, pues tendrían poco margen para reinventarse.
Lo que se juega el MAS Tarija
Todos los que mandan en el MAS repiten que Álvaro Ruíz está al alcance de lograr la primera victoria electoral para los azules en la Gobernación de Tarija por la sencilla razón de que sus contrincantes concurren más divididos que nunca.
La lógica política coloca al MAS de Álvaro Ruíz automáticamente en una segunda vuelta. La peor votación de siempre la obtuvo Pablo Canedo en 2015 con un 36% en primera vuelta, y tanto en las elecciones de 2019 como en las de 2020 el MAS sumó un 40% que se identifica como voto duro. No parece probable que ese porcentaje que votó por el MAS en los peores momentos vaya ahora a cambiar de opinión, aunque hay algunas variables que entran en juego sobre todo en los barrios populares de Cercado.
Como todo en el MAS Tarija, la campaña ha sido bastante sui géneris después de empezar al más puro estilo kamikaze, con los precandidatos insultándose con palabras gruesas y autonombrándose candidatos oficiales en la plaza Luis de Fuentes sin escuchar la voz definitiva de nadie.
Después de aquello, Álvaro Ruíz y compañía han tenido que gastar más esfuerzos en reconciliar de nuevo al partido y convencerles de aquello de que hay que votar por el azul porque sí que en llegar a otros sectores que puedan hacer las diferencias.
La campaña de Ruiz se basa en pedir unidad a los suyos, y en ofrecer economía al resto. Concretamente 700 millones de dólares de inversión en 100 días. La aplicación práctica queda un tanto farragosa cuando se trata de explicar el funcionamiento del mercado con las reglas de economía básica neoliberal keynesiana, y débil cuando se consulta a fi, porque básicamente no hay una certificación de disponibilidad presupuestaria que pueda soportar semejante plan cuando no hay regalías que lo financien.
La cuestión es que no importa demasiado, lo que Ruíz intenta mostrar es que él sí se lleva bien con el Gobierno y por ende, sí habrá sintonía para endeudarse, aprobar proyectos con meras declaraciones juradas de disponibilidad presupuestaria como en la época de Lino Condori y hacer otras inversiones concurrentes, siempre que el Gobierno tenga voluntad.
En este momento de crisis, el refugio es un valor y la garantía puede hacer mover muchos votos que lo que necesitan es trabajo y no soflamas autonomistas ni peleas del pasado.
En esta elección el MAS Tarija se juega la mejor oportunidad que ha tenido nunca de ser gobierno electo, es decir, su eficacia discursiva, aunque más se juega su candidato Álvaro Ruíz, que después de pasar por varios partidos aterrizó en el MAS donde creció con el municipalismo y ahora se dice más preparado para las luchas de largo aliento. No entrar a segunda vuelta sería un duro varapalo.
Lo que se juega Todos
Por último, la Gobernación también quiere. Adrián Oliva dudó más de lo que se cree, pero finalmente busca la reelección como una forma de reivindicación personal y de grupo. Su grupo. Su generación.
Oliva fue el candidato de consenso de Unidad Departamental Autonomista tras la espantada de Óscar Montes y a pesar de los deseos de Johnny Torres. Una vez que llegó al poder, lo ejerció, lo que acabó enervando a sus aliados Unidad Nacional y Camino al Cambio, esencialmente, que habían considerado tener más acceso al poder en la alianza.
Oliva había aterrizado en Tarija tras unos años en la política nacional y continental desde la bancada nacional de Convergencia luego de haber sido fundador de Camino al Cambio y asesor general de Mario Cossío. Su transformación en líder fue acelerada, lo que rompió consensos, pero además tuvo que consensuar con dos declarados enemigos de la ortodoxia caminocambista - Wilman Cardozo y Luis Alfaro - para ganar en segunda vuelta
Oliva lo tenía prácticamente todo en contra durante la gestión: El MAS tenía 18 de 30 curules en la Asamblea; 9 de 11 ejecutivos seccionales; la mayoría de las alcaldías, además de obviamente el Gobierno nacional y todos sus Ministerios, lo que era clave para poder levantar la pesada carga de la deuda heredada por el dispendio de Lino Condori. Con todo, Oliva logró ordenar una cartera de deuda de unos 200 millones de dólares y recortar la mitad de los proyectos comprometidos, que sumaban más de mil. Después ha podido hacer política gruesa con todas esas obras dejadas a mitad incluso metiéndolas dentro de un saco con un programa común.
Su campaña es su gestión, eso sí, pegada a tierra y con promesas tangibles, como el internet gratis. En cualquier caso, de lo que se trata es de mostrarse como un Gobernador que ha navegado exitosamente en aguas turbulentas sin renunciar a nada ni huir al Paraguay.
Oliva es joven y su equipo también, pero una derrota en las actuales condiciones lo dejaría tocado en su progresión política.
La solución, en cualquier caso, en solo una semana.
Lo que se juega Arce y el MAS
Aparentemente, el Movimiento Al Socialismo es quién menos se juega en las elecciones del 7 de marzo, puesto que históricamente las elecciones subnacionales han servido para corregir de alguna manera el equilibrio del poder, pero sobre todo porque la contundente victoria del 18 de octubre de 2020 todavía está fresca. De hecho, la mayoría de los que buscan poder subnacional son los que sufrieron soberanas derrotas o fracasaron estrepitosamente en la gestión de Jeanine Áñez.
Con todo, un partido concebido como una maquinaria electoral vive de la victoria, y cualquier traspié tendrá consecuencias. La elección es la primera que se enfrenta desde la bicefalia: Luis Arce al frente del Gobierno y Evo Morales al frente del partido, un ejecutor y un ideólogo que han sido demandados en momentos concretos por los candidatos, bien si querían mostrar músculo popular o bien si querían mostrar capacidad de mediar con el Gobierno nacional. En Tarija por ejemplo el candidato del MAS Álvaro Ruíz ha convocado a los dos, pero no ha sido así en otras regiones que además tuvieron problemas para consensuar un candidato.
Luis Arce Catacora se juega poco más que mantener a raya un frente de batalla siempre incómodo en lo mediático pero poco efectivo en lo que es ejercer el poder real. No es lo mismo tener una mayoría de Departamentos alineados que tener mucho ruido en las mesas del Pacto Fiscal, por ejemplo, así como entre los municipios que demandarán apoyos concretos en estos tiempos de crisis. En cualquier caso, su imagen política no está empeñada.
Evo Morales Ayma, sin embargo, se juega parte del reconocimiento como líder nacional, que en el MAS ha quedado claro que se debe renovar todos los días. El expresidente eligió personalmente unos cuantos candidatos que no están teniendo buenos resultados en los sondeos, como Adriana Salvatierra en Santa Cruz o Carlos Brú en Yacuiba, pero además vetó a algunos otros que tras dar el paso al costado, están triunfando. Es el caso de Eva Copa en El Alto, que no solo recibe voto en reconocimiento a su papel durante la transición política que llevó al MAS de nuevo a la victoria, sino que suma voto de rechazo a Evo Morales y su forma de elegir. Difícilmente se llegue a los porcentajes que pronostican algunas encuestas – por encima del 80% -, pero una victoria holgada la convertirá en referente nacional para las clases populares. Un referente que no pudo ser su antecesora, Soledad Chapetón, pero que además ya ha demostrado su valía.
Con todo, el MAS no gobierna nada subnacional en La Paz (Gobernación ni alcaldías de La Paz y El Alto), nada en Santa Cruz, nada en Tarija salvo el Chaco, ni tampoco la alcaldía de Cochabamba. Cualquier victoria en esos recintos lo convertiría en una victoria notable.
Lo que se juega la oposición (Mesa, Camacho, Revilla y demás)
La oposición ha intentado reconfigurarse en tiempo record después de la sonora derrota del 18 de octubre, donde la ciudadanía devolvió la confianza al MAS, ya sin Evo Morales, para seguir manejando el país.
El peor parado fue Carlos Mesa, que lejos de llegar al 36% de 2019 se quedó por debajo del 30% como todos sus antecesores que intentaron la misma aventura en pugnas anteriores. Sobre su derrota se ha teorizado mucho menos de lo previsto y más bien se han encontrado excusas blandas que le permiten seguir jugando un rol residual en la oposición: “se equivocó de estrategia por la pandemia”, “la gestión de Áñez le perjudicó” y “Camacho benefició al MAS” son las tres grandes líneas de pensamiento respecto al asunto pero que parten de un mismo análisis: había que votar por el opositor al MAS por castigo y no porque este los enamorara con nada.
Mesa planteó ser el líder de la oposición desde la Asamblea Legislativa Plurinacional, un paso inédito en la oposición teniendo en cuenta los antecedentes, pues solo el Podemos de Tuto Quiroga simuló ser algo organizado en su momento, aunque muchas veces para mal. Ni Convergencia ni Unidad Demócrata – dos asambleístas respaldaron la consulta que habilitó a Evo en 2019 – fueron nunca una bancada unida.
El objetivo parecía ser lograr convertirse en un partido, con su programa, su hoja de ruta, su vocería, sus órganos de gobierno y, también, su poder territorial. Para consolidarse como tal, Mesa y Comunidad Ciudadana debían lograr también ser fuerza política en las regiones y lo cierto es que el pinchazo es mayúsculo.
El miembro destacado en la Directiva por Tarija es Rodrigo Paz, y su partido – saliente de alcalde – ni siquiera tiene candidato y en la Gobernación Adrián Oliva le ha dado algo de aire a condición de que no se entrometan en campaña. En el eje central no hay representación con mínimas opciones de no hacer el ridículo tras lo sucedido en La Paz, y solo Gary Áñez, que es cualquier cosa menos un mesista, puede llegar.
Mención aparte para Luis Revilla, poderoso alcalde de La Paz durante diez años, cuya camarilla mediática lo encumbró como futuro Presidente y que se retira sin pena ni gloria ni dejar candidato sucesor de semejante estructura. Como no hacer nada.
Mención más aparte Luis Fernando Camacho en Santa Cruz que parece ganará sin tanta holgura como se le preveía a pesar de que Demócratas le dejó vía libre para reconvertir la vía autonomista en algo mucho más radical. El plan es ambicioso, pero de momento no controla ni la bancada en La Paz.
En el intento de reconfiguración, la oposición ha recuperado discursos antiguos como el fin del ciclo del MAS, etc. Lo cierto es que deben proteger tres plazas en La Paz, dos en Santa Cruz, la alcaldía de Cochabamba y la Gobernación de Tarija como mínimo, y cualquier otro resultado volverá a ser derrota. Y cabe señalar aquí que Eva Copa no es “oposición” de esa que viene jugando dos décadas.