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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 26 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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César Dockweiler es el candidato a la alcaldía de la sede de gobierno en las próximas elecciones subnacionales por la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS). Su participación no es prolija pues apareció habilitado a pesar de no vivir en la ciudad en el último año como manda la norma, dato que ensombrece al Tribunal Supremo Electoral y acrecienta las sospechas sobre la imparcialidad del Tribunal Electoral de La Paz y sus vocales vinculados a irregularidades el 2019.
Dockweiler se presenta como perseguido político, aunque no existen causas contra él ni sufrió los cercos que padecieron otros bolivianos estos años; por ejemplo, el general Gary Prado, militar como Dockweiler, o Leopoldo Fernández. César acostumbra a moverse en esa línea difusa entre la ficción y la realidad, lo legal y lo no legítimo.
El video que lo muestra falseando los servicios en uno de los hospitales modelo en La Paz es una muestra de esa tendencia. En 2015 figuraba en la Declaración Jurada de Bienes y Rentas como militar activo, aunque era gerente de Mi Teleférico. Igual que ahora, prometió una conferencia de prensa para aclarar esa irregularidad, algo que no cumplió. Su blog Mi historia no presenta su vida sino a la empresa. Se le deslizó el “error” de reproducir una poesía (Valgo) atribuida falsamente a Borges, cuando es de N. Stair, que circuló como fake en las redes. Wikipedia alerta sobre su página como “posible autopromoción”.
Él ocupó uno de los puestos más altos de una de las empresas estatales más sofisticadas, aunque no tenía las credenciales profesionales ni políticas. Al menos no difundió ideas sobre la problemática indígena, el antiimperialismo, el modelo neoliberal. Tampoco tuvo una presencia en las calles, en las barricadas. Su propia presentación en Internet confirma que tiene ambiciones individualistas. Por los datos conocidos, Dockweiler llegó al Ministerio de Transportes y Obras Públicas por amigos y socios.
La empresa que representó se originó igualmente en el borde de lo ilegal. Como muchas otras grandes inversiones en los 14 años del MAS no hubo licitación, ni siquiera otras invitaciones, como lo revelaron en su momento diplomáticos europeos. En forma opaca apareció como beneficiado el empresario Carlos Gil Ramírez, otra figura cuestionada. Las obras civiles se entregaron a la empresa de Mauricio Etienne, completando las triangulaciones típicas de los favorecidos por el MAS.
Dockweiler aprovechó el interinato de Omar Rocha para conseguir que Mi Teleférico actúe como dueño de la ciudad, afectando áreas verdes en la avenida del Poeta o burlando a los vecinos de la avenida Busch, afectados por la línea blanca que pasa por las ventanas de sus dormitorios y cocinas.
Él aprovechó las ventajas del transporte por cable para reunirse con vecinos desde 2019 preparando su campaña con muchas ofertas. Aunque aquella vez lo negaba, estaba listo para ser candidato y tomar La Paz, lo que no ha podido nunca el MAS.
Preocupa que esta persona esté aliada con los sectores de transportistas que atacaron permanentemente a los buses municipales, logrando en octubre incendiar a 64 de los Pumakataris. Están con él dirigentes de juntas de vecinos no elegidas democráticamente y cuya violencia conocieron los ciudadanos en estos años.
Además, Dockweiler no dudará en cambiar los símbolos cívicos de La Paz pues esa es la instrucción del partido. Con un argumento como “es la frase de los colonialistas” o algo similar reemplazará el escudo paceño por algún emblema inventado por Neurona o contratará a Andrés Salari para lanzar algún video contra periodistas paceños.
La autora es periodista