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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 25 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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En menos de tres meses el MAS perdió la iniciativa en el eje central del país y está a punto de perder las elecciones en cuatro alcaldías (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto), en una gobernación (Santa Cruz) y todavía quedan dudas sobre el resultado en el departamento de La Paz, donde podría darse una segunda vuelta seguramente adversa para el partido de gobierno.
La desesperación del masismo en general es grande, pero la del Presidente debe ser aún mayor, porque tendrá que aprender a gobernar con una fuerte corriente adversa en los principales departamentos del país y gestionar una gobernabilidad más allá de su cómoda mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Con César Dockweiler, exgerente del Teleférico, el MAS pensó que tenía el voto asegurado de la mayoría de los paceños que convirtieron el transporte “aéreo” en una suerte de símbolo de la modernidad a la que aspiraban. Recorrer la ciudad desde la altura, unir realidades y barrios diversos e integrar las comunidades no es poca cosa, pero está claro que las obras no lo son todo para contar con el voto de la gente, particularmente en una ciudad tan castigada como La Paz.
No solo la violencia política, sino la problemática de la basura, la escasez del agua –que llegó a niveles de crisis hace algunos años–, la asfixia de municipios aledaños que autorizan el loteo de cerros y áreas verdes, y la incertidumbre sobre su futuro económico y ambiental, han deteriorado la calidad de vida en la sede de gobierno. Es posiblemente una “ciudad maravilla” para la mirada externa, pero no tanto para quienes la viven y definitivamente no lo fue para quienes desde hace tiempo se vieron en la necesidad de migrar hacia regiones más prósperas y con mejores oportunidades.
La Paz urbana no votó a favor del MAS en las últimas elecciones generales, entre otras cosas porque fue la caja de mayor resonancia de los escándalos que sacudieron al gobierno de Evo Morales y el escenario donde se puso de manifiesto con mayor frecuencia el abuso, la prepotencia, la intolerancia y el desprecio por la crítica de quienes ejercieron el poder durante más de una década. El bastión político masista de 2005 fue también el lugar donde se produjo y se pudo medir –voto mediante– el paulatino desgaste de ese proyecto.
Sin experiencia política, ni carisma, Dockweiler no pudo haber marcado la diferencia que esperaba su partido. Fueron insuficientes su perfil técnico y la pertenencia a una clase media profesional para recuperar la preferencia de un electorado escéptico, suspicaz y sobre todo dispuesto a elegir una opción más cercana a sus inquietudes democráticas y que de alguna manera lo reivindicara luego de la dolorosa victoria del MAS en los comicios del 18 de octubre. Y ahí apareció la figura de Iván “Negro” Arias.
A los 63 años, luego de una carrera en la que se combinaron la militancia en organizaciones políticas que lucharon desde la clandestinidad contra la dictadura, la gestión pública local y nacional, el periodismo, el análisis y la consultoría, Arias es, según varias encuestas, el candidato con mayores posibilidades de alcanzar una victoria en las elecciones del próximo 7 de marzo en La Paz. La diferencia entre el exministro de Obras Públicas y Dockweiler varía entre 10 y 20 puntos dependiendo de los diferentes estudios.
¿Qué tiene Arias que no tenga el resto? Negro, como le dicen sus cercanos desde siempre, es (re) conocido en la mayoría de los municipios del país por su trabajo de apoyo a la gestión, la visualización y elaboración de proyectos, tareas que desempeñó durante muchos años. A ello debe sumarse su labor como docente y formador de líderes en diferentes lugares de Bolivia y su militante activismo en los colectivos ciudadanos que se organizaron para promover el voto por el No en el referéndum del 21 de febrero de 2016.
No es un político nuevo, pero ha sabido renovar su discurso. No es un intelectual de academia, pero ha desarrollado una muy particular manera de aproximarse a la realidad. No es un comunicador profesional, pero no pasa desapercibido en los medios. No le falta seriedad, pero es divertido y auténtico en su relacionamiento directo. Tuvo un desempeño sacrificado y comprometido como Ministro de Obras Públicas en tiempos de pandemia y se sobrepuso con dificultad a la Covid-19.
Arias no es de derecha, aunque formó parte de los gobiernos del denominado “neoliberalismo”, pero tampoco de la izquierda radical, aunque fue perseguido y encarcelado en tiempos de las dictaduras militares. No es q’ara ni t’ara, sino un mestizo hecho y derecho. Acaso ahí radique el éxito de una candidatura que no genera anticuerpos ni siquiera entre la militancia del MAS, que sin dejar de ser cercana a lo popular es próxima también a las clases medias y altas. Arias cierra brechas que Mesa, Quiroga, Doria Medina y otros no pudieron en procesos electorales anteriores.
En Santa Cruz, Luis Fernando Camacho lleva una cómoda ventaja frente al masista Mario Cronembold para la gobernación y Jhonny Fernández, un dinosaurio de la política es el que goza de mayor preferencia para la alcaldía de la capital cruceña, muy cerca de Gary Añez, el periodista deportivo y comentarista que es visto como un agente de cambio y renovación. El margen de maniobra para el MAS en ambos casos es mínimo y lo más probable es que deba conformarse con quedar fuera de escena y con muy limitadas posibilidades de poner en marcha una estrategia agresiva y de presión sobre los factores económicos de poder de la región, para poder asegurar respaldos interesados y de coyuntura.
La ciudad de Cochabamba le ha dado la espalda al MAS desde la elección municipal anterior y en esta oportunidad los estudios indican que su derrota puede ser catastrófica. El exalcalde y excandidato a la presidencia, Manfred Reyes Villa, es el favorito en las encuestas por un amplísimo margen.
Reyes Villa, quien estuvo en el exilio durante varios años para eludir la persecución del gobierno de Evo Morales, fue un alcalde que gozó de enorme respaldo ciudadano durante su gestión. Se le atribuyen varias de las obras de infraestructura más importantes que marcaron el rumbo de la modernidad para la capital del valle y que cambiaron la fisonomía urbana.
Cochabamba recuerda a Reyes Villa como un buen munícipe por encima de cualquier otra consideración y ese será uno de los factores determinantes de su nuevo éxito electoral.
El excalde de Sacaba y exsubprefecto, Humberto Sánchez, del MAS, encabeza las preferencias electorales para gobernador en el departamento de Cochabamba con menos del 40% de los votos, pero con una diferencia de más de 30 puntos sobre el segundo. El porcentaje de indecisos y blancos es de más del 35%, por lo que cabe esperar que pueda haber algunos cambios, no muy significativos para el orden de las candidaturas, pero sí para la posibilidad de una segunda vuelta. De todos modos, aún en ese escenario, es poco probable que surja una candidatura de unidad que dispute la gobernación al MAS.
Cuatro meses después del aplastante triunfo electoral que llevó a Luis Arce a la presidencia del Estado, las fuerzas de oposición tienden a rearticularse en los espacios locales y regionales, y el MAS se alista para gobernar en un escenario menos favorable. Partido justamente por el eje, el partido de gobierno está obligado a compartir poder y comparar fuerza en las ciudades más pobladas del país.
El autor es periodista