Medio: El Deber
Fecha de la publicación: miércoles 24 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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En este breve artículo intentaré mostrar porque no hubo los últimos 20 años, eso que tanto se habla y pide “renovación política”, hasta los periodistas ya están fatigados de ver y entrevistar a las mismas personas, las mismas caras, hay un tedio general.
Se siente y respira una atmósfera somnolienta, medio fétida, un olor a viejo ya insoportable, y es lógico, los mismos partidos en la gobernación, gobierno central, hace 15 años, otro tanto en la alcaldía. La gente, sobre todo las clases medias, perciben que como Sociedad Civil, como Cultura no avanzamos, que el Estado más allá de los simbolismos indianistas (e indigenistas sobre todo de adorno) no representa o no es representativo de nadie, ya sea en el nivel central o gobiernos autónomos.
Para no hacerlo muy teórico o libresco, transcribo el significado que da Wikipedia sobre la palabreja “representación o representante” de acceso libre y público: “Representación es el acto de un mandatario legislador (alcalde, gobernador, presidente) el cual ejerce el mandato de personificar, actuar en lugar de, en nombre de, o cuidar y exponer intereses, necesidades y quejas de sus mandantes representados ante un cuerpo legislativo, que trata de reproducir a la Sociedad Civil”. La idea o razón de ser de la Representación Política es básicamente la reproducción de la Sociedad Civil, no su destrucción, ya que sin Sociedad no hay Empresa Privada ni Estado viables.
Y precisamente, esta razón de ser de la política, la necesidad de su existencia, es lo que se ha olvidado, es lo que directamente ignoran, o fingen muy bien ignorar los actores políticos, conciben la Sociedad como un tumulto, una masa amorfa, sin necesidades, sin cultura, sin personas y sin personalidad, que se reúne obligadamente cada 5 años y debe votar a tal o cual actor político, ven a la Sociedad Civil como un objeto o bulto plebiscitario legitimador.
Y esta forma de entender lo político, nos guste o no admitirlo, es un producto social y cultural nuestro, se cree que para entrar a la política no se necesita ninguna formación académica y la función pública es asumida como una forma de enriquecimiento ilegítimo; siguiendo en el nivel empíricamente observable, los problemas sociales, económicos, de servicios de educación y salud, de cultura, no existen para tal o cual actor político, no son vistos como una obligación pública, simplemente no son percibidos o asumidos como tales. A todas estas prácticas y conductas políticas, a esta forma de entender y vivir lo político y social es que definimos como vaciamiento ideológico, político y moral. Hay que decir que no ha sido así siempre, que en el pasado hemos tenido excelentes funcionarios y actores políticos, que en el futuro los podemos tener, y que en el fondo todo esto se ha producido porque no hemos desarrollado las Ciencias Sociales que son las que proveen las facultades intelectuales, políticas y culturales que ayudan a explicar y ordenar racionalmente el mundo social.