Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: martes 23 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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Las campañas electorales están en todo su apogeo y por momentos, como en una suerte de negación, los discursos, las actitudes y las conductas de candidatos y electores repiten las prácticas tradicionales de los procesos anteriores.
Sin ánimo de perjudicar a nadie en su entretenimiento, tendremos que recordar todos que estamos en la crisis de salud más rotunda de nuestra historia, y en una crisis económica, de igual contundencia, que está cambiando al mundo. Estas dos variables, sobre las que no tenemos control, tendrían, en lógica elemental, que estar promoviendo conductas diferentes.
Insistir en que estamos con una demora frente a la vacunación sólo busca recordar que el proceso en el mundo ya está en marcha, y el retraso en nuestro caso tendrá consecuencias en la capacidad de reacción para ingresar a una nueva normalidad de trabajo y producción. Se necesitan sociedades sanas y protegidas para enfrentar el reto de la sobrevivencia y la competitividad económica.
Estamos perdiendo la oportunidad, durante el proceso electoral, de proponer y cumplir por parte de los candidatos con las reglas básicas de la bioseguridad, primera condición para evitar el contagio. Las propuestas electorales se han basado en ofertas prácticamente irrealizables por las condiciones económicas y las dificultades existentes para llegar a los mercados internacionales de vacunación. Estamos a tiempo de que los candidatos asuman la calidad de líderes en el oficio de conducir masas, para seguir machacando con la única condición que está en nuestras manos para tratar de no infectarnos.
Estamos a menos de dos semanas para que la agitación y el pretexto de las elecciones desaparezca, y repitiendo la canción de la Fiesta de Joan Manuel Serrat, volvamos todos a nuestra cotidianeidad con la crisis económica sin resolverse y con la salud en terapia intensiva. Cuando ese momento llegue, tendremos que volver a dirigir nuestras capacidades a resolver los problemas del día a día y hacer funcionar lo que tenemos y a demandar a quienes se postularon y ya serán autoridades, dar respuestas concretas a las necesidades.
Comprobaremos la mezquindad irresponsable de quienes propusieron ser del oficialismo como condición para coordinar acciones y obras. La economía y la salud no tienen partido a la hora de necesitar respuestas y, en ejercicio de la autonomía, que deberá ser mucho más coordinada, no tendrán otra opción que hacer las cosas de la única manera posible.
Al hacer control de daños, es decir, analizar la situación en la que nos encontramos, veremos que las dificultades y las necesidades siguen igual, si es que no se han agudizado, y con la experiencia del año 2020, sabremos lo que puede ocurrir si no somos responsables y proactivos. Al haberse acabado el periodo de los discursos, empezará el de la acción por la presión de la ciudadanía.
Nuevos y legitimados gobernadores y alcaldes, tendrán la palabra. Y comprobaremos cómo los territorios empezarán a desarrollar sus demandas frente a la necesidad. La población buscará respuestas en sus opciones productivas, y ante las dificultades para ejercerlas tendrá la solución desesperada de la migración, por la falta de oportunidad en sus territorios.
Volveremos a poner en relieve las posibles opciones, y veremos cómo, dibujamos de manera evidente, los flujos de personas que se están moviendo en la geografía. Cómo confluyen de manera natural hacia las capitales, hacia el eje central y hacia el departamento de Santa Cruz. En ese momento, colectivamente tendremos que preguntarnos cómo gestionaremos el territorio nacional y garantizaremos la comida, el agua y la energía, y de manera sostenible, un desarrollo a escala humana.
En ese momento, nuestras ciudades, como en todo el mundo, empezarán a dar sus respuestas. Esa es nuestra apuesta razonable.