Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 10 de junio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La mayoría de las apariciones de los potenciales candidatos opositores son intermitentes y hasta temerosas. Se ha instalado la percepción de que cuando los rivales de Evo Morales muestran la cabeza les cae el garrotazo y deben esconderla para que la trituradora del aparato de poder no la destroce. Por lo tanto, la mejor estrategia para sobrevivir hasta las elecciones sería dejar que el tiempo pase y reaparecer cuando se reduzcan los riesgos de una inhabilitación. Esto ha hecho que la mayoría de opositores que son mencionados para competir en las próximas presidenciales disimulen sus intenciones y pospongan hasta lo más cerca de la votación sus decisiones de candidatear. La estrategia parece favorecer al oficialismo, que está desde hace tiempo en campaña sin contrincantes que lo incomoden o le generen el riesgo de perder adhesiones.
Las voces más duras de los opositores están fuera del país, lo que les resta incidencia en un momento político trascendental. A otras que se quedaron a pelear dentro del país les cuesta mucho sobrellevar el hostigamiento. Algunas incluso se han acomodado en una zona de convivencia y de confort, lo que les provoca un alto costo político. Muchos electores que nunca votarán por Evo Morales o por el candidato del MAS están desencantados y esperan la aparición de alguna figura nueva que les devuelva la esperanza de un cambio.
Este vacío no lo ha podido todavía cubrir un opositor, pero no quedará así. Urgen pronunciamientos y acciones más convincentes que despejen la incertidumbre. Durante la reciente semana se dieron las apariciones del gobernador Rubén Costas y del alcalde Luis Revilla, que reflejan sus intenciones un poco más claras que antes de entrar como candidatos al ruedo electoral.
Ambos apoyan un bloque de unidad de la oposición, pero con fuertes condicionamientos, lo que anticipa lo complejo que será alcanzar la premisa del candidato único para enfrentar al MAS. Varios opositores coinciden en que la dispersión favorecerá una vez más al oficialismo, pero ninguno da hasta ahora una señal de desprendimiento a favor del que tiene mejor chance.
Mientras los opositores desaceleran por sus propias dubitaciones, el oficialismo acelera, a pesar de su creciente desgaste. La inercia es la peor respuesta al paso del tiempo. Por eso, es mejor asumir todos los riesgos y responder con coraje al hostigamiento que busca el repliegue del adversario en una peligrosa zona de confort.