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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: viernes 19 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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El anuncio del jefe de campaña del MAS acerca de que “tarde o temprano habrá la sanción sobre estas empresas o instituciones (encuestadoras)” parece que va en camino de concretarse en un proyecto de ley “para regular la desinformación”, en el que trabajan diputados de ese partido.
Esos propósitos no son nuevos y se originan en el descontento que tienen por los resultados de estudios de intención de voto para las elecciones subnacionales del domingo 7 de marzo.
A fines del mes pasado y poco después de conocerse la primera encuesta de preferencia electoral, encargada por una red de televisión, algunos diputados del MAS, incluido el presidente de esa Cámara, manifestaron su disgusto con los resultados de ese estudio. Y era comprensible, pues la mayor preferencia de todas las candidaturas correspondía a una que su partido desechó y es, además, para la alcaldía del segundo municipio más importante del país.
El disgusto de los masistas con las encuestas se replicó con mayor intensidad hace una semana, con los resultados del segundo estudio, que muestran que la preferencia por el MAS disminuyó, respecto del anterior.
Ambos estudios se realizaron en los tres departamentos del eje, y se centraron en las candidaturas para sus gobernadores y los alcaldes de sus ciudades capitales, y de El Alto, es decir los municipios más grandes y los departamentos donde se concentra el 70% de la población del país.
La perspectiva de los candidatos masistas a esas cuatro alcaldías era similar hace seis años, en las anteriores elecciones subnacionales, cuando el voto mayoritario fue para los opositores, como parece que ocurrirá en 16 días, de mantenerse las tendencias reveladas por las encuestas.
Y las encuestas previas a las elecciones de marzo de 2015 revelaron lo que se confirmó después en las urnas. Es decir que el MAS está, en términos de perspectiva electoral, en un escenario similar al de hace seis años. Pero el MAS de entonces no es el de ahora, como se constató en el rechazo abierto de las bases, a varios candidatos impuestos por la dirigencia partidaria. Rechazo que llevó a su jefe máximo, y de campaña electoral, a esconderse y huir disfrazado, en Potosí, y a recibir en la cabeza una silla lanzada por un disconforme, en el Chapare, en pleno núcleo del masismo.
Esa resistencia interna en el MAS a las decisiones verticales de su dirigencia tuvo otro efecto menos pintoresco, pero más trascendental: Eva Copa renunció a su partido, porque no la querían de candidata, se postula con otra sigla a la alcaldía de El Alto y tiene una preferencia de voto del 76%, un resultado inédito.
Así, el propósito masista de legislar para evitar que “las encuestadoras le mientan al pueblo”, parece ser más un afán para tener un chivo expiatorio.