El presidente Luis Arce Catacora, elegido democráticamente por mayoría absoluta de votos, es ahora el presidente de todos los bolivianos, y ese cargo implica, más que ningún otro, un respeto incondicional a los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas, sean cuales fueren sus posiciones políticas, económicas y sociales. Cierto que en gran medida fue elegido por los electores que son parte del MAS, pero desde el momento en que fue posesionado como Presidente del Estado es responsable político de todos los bolivianos y bolivianas, tiene que escuchar a todos y todas, y respetar a todos y todas…

Qué bien, porque además, el presidente Arce, ha mostrado ser un hombre sereno, que empezó su gestión con un estilo propio, dándole al expresidente Evo Morales sorprendentes lecciones de sobriedad y de moderación en los gastos oficiales (ahí están sus vuelos en BOA, en lugar del carísimo avión presidencial, y el olvido del todavía más caro helicóptero presidencial).

Sin embargo, en la actual coyuntura nos encontramos con la sorpresa de un Presidente que se mete con las elecciones subnacionales, que convoca a la población a votar por los candidatos del MAS (tema en el que no tiene por qué meterse) y que, además, parece acatar las instrucciones de Evo y proferir incluso veladas amenazas a las nuevas autoridades a elegirse que no militen en dicho partido. Es evidente que se muestra sometido a las decisiones de Evo y del MAS (aparentemente sería también el caso del vicepresidente David Choquehuanca, cosa que cuesta creer).

El Presidente del Estado, sea cual fuere su color político, tiene que ser el primero en cumplir la Constitución y las leyes y no puede hacer ningún tipo de campaña a favor de su partido y en contra de los candidatos de otros partidos. Cierto que muchos candidatos (y partidos) se están portando de manera muy poco seria, y que el deporte más practicado en la actual coyuntura es el cambio de partido y la creación de nuevas organizaciones políticas. Pero no es el Presidente del Estado el llamado a analizar ni condenar esas conductas, para eso están los voceros de diferentes partidos, y, por supuesto, los ciudadanos y ciudadanas.

 El Presidente constitucional tiene una serie de responsabilidades que cumplir (y que le van a consumir todas sus energías) y en ningún momento puede olvidar que se debe a todos los bolivianos y bolivianas.

Señor Presidente, respetar a todos los candidatos y candidatas, y a sus partidos (cualquiera que sea su ideología), es parte fundamental del sistema democrático, sistema al que el Presidente no sólo pertenece, sino que además representa y que tiene que hacer respetar.

Compañero Presidente: deje que Evo cumpla el papel de representar al MAS (si es que lo siguen considerando su máximo dirigente). Usted ahora representa al Estado Plurinacional de Bolivia, sean cuales fueren las diferentes posiciones políticas que se han ido organizando en el mismo. Por supuesto, si algún partido o dirigente incumple la Constitución (por ejemplo organizando acciones terroristas o ignorando los derechos ciudadanos), usted está llamado a denunciarlo y a someterlo al Órgano Judicial, pero no porque dicho partido sea opositor, sino porque está delinquiendo.

No olvide que muchos ciudadanos y ciudadanas han votado por usted, no porque representa a tal o cual partido, sino para evitar ulteriores confrontaciones de segunda vuelta electoral, para escapar a la amenaza de una severa crisis económica (con una posible devaluación de la moneda); no porque crean ciegamente en el partido MAS.

 Es importante que se comporte y se exprese como Presidente de todos los bolivianos y bolivianas. Su misión no es dividir a la sociedad, sino, más bien, unificarla dentro de sus inevitables diferencias ideológicas. Primero que nada están nuestro país y su población. Los partidos son secundarios y podrían desaparecer sin que nadie sufra por eso.

¿No lo cree usted así?

Rafael  Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio de Cochabamba.