Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: jueves 18 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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Mery Vaca / La Paz
Juan Carlos Arana creció en el popular barrio Villa Armonía de La Paz ayudando a su madre a fabricar edredones. Actualmente vive en una casa atiborrada de sombreros, muebles antiguos, discos, libros y cuadros alusivos a La Paz, en el barrio de Bajo Següencoma de La Paz.
El periodista que quiere ser alcalde por el Movimiento por la Soberanía (MPS), cuenta que su padre fue un migrante de Inquisivi dedicado a fabricar y colocar lámparas. En esas andanzas se enamoró de una joven de Sopocachi con la que se casó y se fue a vivir “a la punta del cerro” para defender su amor porque el padre de ella no estaba de acuerdo con que su hija escogiera a un provinciano.
“Mi casa no tenía agua, no tenía alcantarillado y apenas tenía energía eléctrica”, cuenta Arana. La vida allá no fue fácil y entre las desgracias recuerda que la mitad de la casa se cayó en época de lluvias. En el entretecho de aquella casa, rememora el periodista, se ocultaron amigos izquierdistas de su madre que eran perseguidos por las dictaduras. Eran los tíos que de tanto en tanto pasaban temporadas con la familia.
El joven Juan Carlos Arana estudió comunicación en la Universidad Católica, según dice, en diez años porque al mismo tiempo trabajaba para pagar sus mensualidades. Desde hace 37 años ejerce el periodismo, carrera en la que pasó por todos los niveles: jalatrípode, reportero, editor, encargado de archivo, jefe de prensa, gerente general, “hasta que Banzer decide que no debería salir en la televisión y me botan”.
Relata que, desempleado, caminó las calles durante cinco meses hasta que Carlos Mesa le ofreció material de la naciente PAT y le regaló el nombre de un programa que el expresidente hacía a sus 16 años para comentar los partidos de fútbol: Posdata. Luego de 27 años y más de 8.000 programas, Arana hizo una pausa en ese emprendimiento para convertirse en candidato. De su paso a la política, de su afinidad con Jeanine Añez y de sus planes para La Paz habla con Página Siete.
¿Cuántas veces le han botado de un medio?
(Responde con una carcajada) Todas las posibles. Lo que más ha importado es cuidarse o autocensurarse para quedar bien con el poder. Y no voy a hablar específicamente del MAS, el poder es el poder, ya sea que tenga el rostro de Guillermo Capobianco, Carlos Sánchez Berzaín o Carlos Romero. El periodismo independiente molesta.
¿Y entonces cómo sostiene Posdata?
Es que yo no sólo hago Posdata, soy consultor, maestro de ceremonias, fui catedrático en cinco universidades, hemos llegado a la grosería de generar un canal de cable, pero nos cortaron la señal sin ningún justificativo. Ha habido una persecución sañuda contra el estilo de periodismo, que no es dañino, no es perverso, ni opositor, es periodismo, periodismo.
Eso sucede hasta que llega Jeanine Añez. ¿Por qué esa afinidad y esa cercanía con ella? ¿No se arrepiente de eso?
No, nunca me arrepiento de nada en mi vida. He estado en la Plaza Murillo en el momento de la entrega de la carta de renuncia a Evo Morales y ese espíritu y esa esperanza, no de que se vaya Evo, sino de que regrese la democracia, es lo que me inspiró la felicidad. Yo entendí que esa débil Presidenta que estaba jaqueada por un montón de presiones y por el deseo de tumbarla, requería de alguna manera que se le haga un acompañamiento. No acepté ningún cargo que me ofrecieron sus colaboradores y ella misma porque creo que nuestro rol en ese momento era editorial. No me arrepiento, aunque no fue entendida esa mi negativa a ser parte del Ejecutivo y pasé a la sombra igual que en otros regímenes. Cuando asumió el cargo Jeanine, mandé una carta, como a todos los presidentes, para entrevistarla. Me aceptaron después de ocho meses. La condición era que primero salga en Posdata y que luego ellos puedan reprisarla en el canal del Estado. Fui a Santa Cruz en un avión militar, hice la entrevista en una habitación chica, rodeado de diez personeros del canal del Estado, que puso el equipo de producción. En la primera parte, hay una charla previa en la que hablamos de cómo sería la entrevista, de cómo estaba su perro Vicente, pero todo eso quedó grabado. Cuando llegué el domingo a La Paz, me sentía completamente maltrecho, me hice una tomografía y tenía el 35% de mis pulmones con Covid. Pero grande fue mi sorpresa y fue peor todavía el malestar cuando sin anuncio previo la entrevista en bruto, sin editar, fue difundida en Canal Siete. En protesta no la difundí en Posdata, pero los guerreros digitales dijeron que había recibido sendas cifras de dinero, lo que sí me traje de esa entrevista fue Covid que casi me mata en agosto.
¿Por qué salta a la política sin tener reales opciones?
Cuando entras a jugar al fútbol no piensas en cómo están tus adversarios y cuántos son, entras porque te gusta el fútbol. Con las dos olas de Covid y los enfrentamientos de hace un año y medio que hemos tocado fondo en La Paz. No sólo que es la cuarta ciudad en desarrollo económico, la sexta en desarrollo humano, es la ciudad en la que se mata y se pega más niños y mujeres de toda Bolivia, me han dejado azorado y tenemos que hacer algo. Yo soy invitado por diez agrupaciones y partidos políticos y acepto la de Lino Vilca porque es un indígena aymara campesino que me suelta una frase que me ha demolido: “Mi piel morena, a ver mirá, con la tuya mestiza de ciudad, mostraremos que juntos podemos hacer una gestión, que realmente creemos en un país para todos, un país pacificado”.
¿No se sentiría responsable si el MAS gana la Alcaldía de La Paz?
No, porque el ciudadano tiene derecho a votar. Tu dato parte de la encuesta de Ciesmori, la misma que decía que don Luis Revilla no tenía que ser alcalde de La Paz. Tengo mis reparos en toda la estructura estadística que se monta en todo esto.
¿Cuánto cree que tiene?
Nosotros no hemos hecho encuestas porque no tenemos recursos, nosotros tenemos la calle, los mercados, los sindicatos, las laderas. He caminado casi 100 laderas en este período y el sentimiento de esperanza es el mismo.
¿Eso quiere decir que no se va a bajar de la candidatura incluso si el MAS iría a ganar?
¿Por qué lo tendría que hacer? Yo estoy acá en una vocación de servicio. Yo tengo un programa en serio, hecho por 22 municipalistas, por qué tendría que sacrificar ese trabajo, esa lectura de la gente y las calles.
¿Cuál es la esencia de su propuesta para La Paz?
Colocar al ciudadano primero, por sobre todas las cosas, desburocratizar la Alcaldía, pensar en centros de refugio para las mujeres, pensar en los animales. Vamos a sacar el zoológico, y hacer un santuario y un refugio para animales de las calles. Que cada uno de los macrodistritos tenga utamas, que son centros de acogida, donde están las mujeres que necesitan refugio, cocinas industriales para replicar el proyecto de las manq’as, una sala de formación para diseñadores de apps y comercio electrónico, una sala donde se les dé música, arte, danzas. Queremos hacer el carril elevado en El Prado, para uso privado y la planta baja para el transporte público, lo mismo en la Camacho y en la Buenos Aires. También vamos a trasladar la cárcel de San Pedro.
¿Usted cree que es posible regresar a ser periodista?
Definitivamente sí. Yo no estoy en la política partidaria, estás invitado como un candidato, es una diferencia de fondo.
¿Puede volver entonces?
Don Raúl Salmón de la Barra lo hizo en la UDP, sirvió a la ciudad en la época más crítica y volvió a radio Nueva América porque hizo una brillante gestión. Si ésta es una acción de servicio por qué tendría que decir que quemé mi vida.
¿Usted cree que es ético que una persona tenga una ventaja para construir su liderazgo con los micrófonos?
Yo creo que lo que no es ético es seguir manteniendo el micrófono cuando uno ha tomado la decisión de postular. Si uno hace un buen trabajo se gana el corazón de la gente, y eso es lo que yo siento cuando voy a las laderas.