Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: jueves 18 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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Son 208.556 ciudadanos que fueron elegidos de manera aleatoria entre todos los electores menores de 50 años que componen el Padrón Electoral.
Para una gran mayoría de quienes cumplirán esas funciones que revisten carácter obligatorio, el azar que determinó su designación no es precisamente un motivo de alegría.
No, pues el ejercicio de las funciones de jurado electoral está directamente relacionado con la idea de una actividad de varias horas que exige constante atención y también paciencia cuando los votantes no llegan a sufragar, mientras que el resto de los electores dedicarán –en el peor de los casos– una hora al cumplimiento de su deber ciudadano, acudiendo a la mesa que les corresponde para emitir su voto y luego disponer el resto del tiempo de ese día a cualquier otra actividad gratificante.
De manera similar a las elecciones nacionales de octubre del año pasado, estos comicios subnacionales elecciones tienen una particularidad que los diferencia de los anteriores, decíamos en este mismo espacio, hace 17 meses, en septiembre del anteaño pasado, refiriéndonos a los fallidos comicios del 20 de octubre de 2019. Esa calidad peculiar mencionábamos era la inevitable falta de confianza plena en los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de entonces.
Esa desconfianza imperante el anteaño pasado resultaba de una serie de sucesos como la dimisión de tres vocales del TSE en los meses anteriores a septiembre 2019 y la sustitución de funcionarios del Sereci y una docena de otros actos que luego sirvieron para el fraude.
“Estamos convencidos que podemos tener el mismo éxito que hemos tenido en octubre de 2020, cuando tuvimos una jornada electoral que fue pacífica que tuvo una concurrencia muy alta y que al mismo tiempo demostró que podía ser segura desde el punto de vista de la salud pública”, dijo hace una semana el presidente del TSE.
Igual que en octubre de 2020, la particularidad de estas elecciones resulta de la pandemia de Covid-19, esta vez en su segunda ola. La amenaza del contagio de esa infección es evidente, pero no inevitable, para los jurados y los votantes.
Así, los jurados tendrán una responsabilidad accesoria a la esencialmente electoral: velar por la observación estricta de las medidas de seguridad sanitaria impuestas por el TSE con el fin de evitar al máximo el riesgo de contagio.
Loable tarea la de esos ciudadanos y ciudadanas, que harán posible una jornada electoral segura.