Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 08 de febrero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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Para muestra, un botón. Solo en Santa Cruz, donde el 50,6% de los votantes habilitados para sufragar este 7 de marzo son mujeres, no existe ninguna postulante para la Gobernación y solo hay dos candidatas a vicegobernadora, Sylvia Monasterio, de la agrupación SOL, e Irinea Copa, de FPV.
La figura cambia, de cierta manera, para el cargo de alcalde. En Santa Cruz de la Sierra tres mujeres disputan la silla edil junto a ocho varones. Angélica Sosa (alcaldesa interina), Rosario Schamisseddine (actual concejal) y Adriana Salvatierra (exsenadora) llevan sobre sus hombros la carga, tanto positiva como negativa, de sus partidos o agrupaciones políticas que, a lo largo de estos últimos 15 años, han manejado la cosa pública de la ciudad y el país.
En la sede de Gobierno la situación es similar. De los 13 candidatos a gobernadores, solo dos son mujeres: Beatriz Álvarez, de SOL, y Claudia Bravo (UN).
Y así surgen nombres de candidatas que van construyendo su camino por la política, pero que, de cierta manera, sus nombres se hicieron conocidos a nivel nacional, porque sucesos de la historia las llevaron a espacios del ejecutivo dominados generalmente por varones, como es el caso de la candidata a la alcaldía de El Alto, la expresidenta del Senado por el MAS, Eva Copa; o la expresidenta transitoria del país Jeanine Áñez, quien busca ser la futura gobernadora de Beni.
Invisibilizadas
“Las mujeres siempre estuvimos presentes en la política de todos los países y culturas, pero siempre se las invisibilizó, porque nadie más que nosotras para tener la convicción de transformar la situación de desigualdad que coloca a la mujer a desventaja”, explicó Miriam Suárez, la socióloga que dirige la Casa de la Mujer, en Santa Cruz.
Suárez cree que para hacer un análisis, es un hecho importante partir de que las mujeres han estado en todos los hechos históricos políticos. como la revolución nacional del 52, en los movimientos indígenas, incluso, en el proceso constituyente donde ellas dieron pautas para que la Constitución Política del Estado incorpore el derecho de todas las personas, sobre todo las mujeres, a vivir una vida libre de violencia.
“No es porque algún político haya querido, es porque las mujeres fueron a pelear a Sucre para que las comisiones reconozcan la participación de las mujeres”, contó Suárez.
La socióloga cree que una de las razones por la que las mujeres van a las urnas es el de poder transformar situaciones como la violencia contra ellas. “Lo primero que piensan es que hay que ir a las urnas para ver cambia la situación”, dijo.
A Suárez no le sorprende que la mujer tenga mayor convicción ciudadana para decidir que hay que ir a las urnas para lograr el cambio que se pretende.
Sobre la falta de presencia femenina en las postulaciones a cargos ejecutivos, Suárez analiza que se debe a que las mujeres son herederas, viven y se alimentan de una cultura patriarcal milenaria. “Es muy difícil que una mujer esté liderando un rubro productor, por ejemplo, que se han visto casos, pero no es común”.
Una obligación legal
“Si revisamos las diversas candidaturas nos damos cuenta de que en el tema femenino, no obstante que las mujeres sean mayoría en el padrón nacional y en los departamentales, la cantidad de postulaciones a las gobernaciones y alcaldías no es representativa del público femenino, es decir, no hay muchas candidatas mujeres, claro que hay excepciones, pero no son la totalidad”, explicó el abogado y politólogo Paúl Coca.
El jurista explica que en las planchas para el Concejo Municipal y la Asamblea Departamental las organizaciones políticas tienen que establecer la equidad, que es obligación legal, caso contrario no podrían escribir las candidaturas.
“Es ahí donde surge cierta paridad y representación en el padrón electoral”, explicó.
Coca recuerda que hasta 1995 no existía ningún tipo de obligación de tener mujeres en los puestos o franjas de seguridad, que era algo voluntario de los partidos políticos. Luego, desde 1995 a 2009 se establece el 30% de mujeres como mínimo a una lista, sea a las cámaras o concejos.
“En 2009 se estableció la paridad varón-mujer o viceversa. En pocas palabras, los partidos no lo han hecho por una situación de voluntariedad, sino por una suerte de obligación legal, porque como la inscripción se hace por sistema y allí no hay forma de ‘darle la vuelta’ sí o sí tiene que registrarse la presencia femenina”, sostuvo.
El politólogo resaltó que en las candidaturas ejecutivas como presidente, vicepresidente, gobernador, vicegobernador o alcalde, no hay ese criterio.
“Sin la ley, sin la Constitución, no existiría la paridad de las listas. Esto no es un regalo de los políticos, es una conquista del sector femenino de muchos años de lucha”, puntualizó Coca.
Son pocas las mujeres que emergen como candidatas con alta legitimidad. “En el caso de la alcaldesa interina, Angélica Sosa, o la expresidenta del Estado Jeanine Áñez son dos casos atípicos porque, para esos cargos específicos, no fueron electas. Aquí el reto es que las mujeres tengan legitimidad, sean elegidas por el voto y eclosionen como nuevas actoras políticas con fuerza”, señaló el politólogo, José Orlando Peralta.
Ve que, a pesar de que son mayoría y votan, están en segunda o tercera línea.
“Hay muy pocas en primera línea y no porque no sean capaces, sino que hay un predominio machista. Existe todo un tema social y cultural que afecta a lo político electoral”, explicó.
Peralta augura que esta situación se puede ir trabajando y cambiando de a poco, porque está comprobado que el machismo predominante, los actores políticos hombres, los niveles de corrupción en la administración de la cosa pública, el subdesarrollo, entre otros, es consecuencia de la mala administración de grupos de poder masculinos que aún conservan ese poder.
“El reto es el resurgimiento de una lideresa con una nueva perspectiva de ver la política, pero que haya gente que reconozca esto y lo legitime a través del voto”, subrayó.