Medio: Opinión
Fecha de la publicación: lunes 11 de junio de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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Decisiones dignas de imitar
Aun cuando la democracia fue concebida como un sistema en el que prevalece el diálogo y el debate de ideas, en un ambiente de mutuo respeto y tolerancia, no siempre ha sido posible que los problemas sociales, políticos y económicos se resuelvan por esta vía.
La tendencia ha sido y es la búsqueda de la destrucción del contrincante y la negación de cualquier aspecto positivo que se podría encontrar en él.
Producto de ésta tendencia a la intolerancia es que, especialmente en América Latina, son pocos los Estados que han podido consolidarse como sociedades democráticas. No solo por la periodicidad en la elección de sus gobernantes o la fortaleza de sus instituciones, sino, y sobre todo, por el respeto a los derechos humanos que implica libertad de expresión, acceso a la justicia, transparencia en el manejo de la cosa pública, persecución de la corrupción y la participación activa en la toma de decisiones de todos los colectivos históricamente excluidos, como las mujeres.
La presencia igualitaria de las mujeres en el ejercicio del poder es una de las deudas que la democracia no ha sabido responder. No obstante, las promesas expresadas en sendas normas, planes de igualdad y muchas otras buenas intenciones, no pasan de ser eso.
Lo ocurrido en España es una muestra de que, la persistencia en la lucha y la confluencia de voluntades por resolver los problemas tan arraigados en la sociedad -como la corrupción y la desigualdad- son posibles de encarar con las reglas de la democracia.
Ha quedado demostrada la falacia de que no existen mujeres preparadas técnica ni políticamente para asumir cargos de alta responsabilidad en el Estado o que las que califican -según el baremo patriarcal- no están dispuestas a encarar los conflictos que supone el ejercicio de altos cargos dentro la administración pública con autonomía y solvencia.
El Gobierno surgido en España, resultado de la moción de censura por corrupción, solo ha necesitado de sincera voluntad para iniciar un nuevo proceso que permita encarar los problemas que generan malestar colectivo y para poner freno a prácticas casi naturalizadas en la sociedad, como la desigualdad y la corrupción. Organizó el Poder Ejecutivo con hombres y mujeres seleccionados no por su grado de cercanía o servilismo con el titular del ejecutivo, sino por su capacidad, honestidad y probado compromiso con las causas que abrazan como justicia, medio ambiente, economía y demás.
La presencia de 11 mujeres en un gabinete de 18 ministros es una apuesta digna de ser imitada, especialmente en sociedades en las que el machismo, el servilismo, el prebendalismo y la corrupción privan de los aportes de hombres y mujeres capaces.