Medio: El Deber
Fecha de la publicación: miércoles 27 de enero de 2021
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Imagine la recta del estadio Ramón Tahuichi Aguilera completamente llena de espectadores en una jornada de clásico Oriente Petrolero-Blooming: toda esa cantidad de gente que cabe en esas graderías es el número de personas que ha muerto en Bolivia desde el año pasado a consecuencia del Covid-19.
10.051 es el número de bolivianos que perdieron la vida desde que llegó el virus hasta el lunes de esta semana; 40 han muerto por día en estos últimos siete días; la segunda ola es más peligrosa que la primera porque los casos positivos suben al doble de velocidad que el año pasado.
Si bien la vacuna es la solución estructural más eficiente, pasarán probablemente seis o más meses hasta que se vacune al último ciudadano mayor de 18 años; mientras tanto urgen otras soluciones inmediatas.
Con esa preocupación institucional, Grupo EL DEBER consultó la opinión profesional de seis de las voces más autorizadas de la comunidad científica y médica de Bolivia para conocer su punto de vista en cinco aspectos puntuales: la peligrosidad de la segunda ola, la pertinencia de las medidas actuales, la necesidad o no de una nueva cuarentena rígida, si el manejo de la pandemia es política o sanitaria y si las elecciones deben realizarse el 7 de marzo o postergarse.
Una síntesis de las respuestas al cuestionario de esta casa periodística ha sido registrada en la edición impresa de la fecha y las respuestas textuales y completas de los seis profesionales se encuentran en nuestra plataforma web a disposición de lectores y autoridades que se interesen por leer unos criterios apartados de toda influencia política o de conveniencia sectorial.
Hasta aquí, la mayoría de las decisiones en el manejo de la pandemia en esta segunda ola han tenido lamentablemente el sesgo del cálculo político, la estrategia electoral y la búsqueda de popularidad.
Medidas que van en contrasentido de la estadística diaria de los contagios y el elevado índice de letalidad (5 por ciento), arbitrarias definiciones de horarios calculados según la presión de los sectores, e incluso la elección de adquisiciones según la afinidad ideológica de las naciones, son la característica de este tiempo.
Así, las autoridades involucradas en esas tomas de decisiones están demostrando una inaceptable insensibilidad con una pandemia que se lleva la vida de bolivianos, que enferma a otros, satura los hospitales y siembra el miedo en toda la población desprotegida.
Las únicas voces que debieran escuchar quienes controlan el poder político son aquellas que vienen de las esferas científicas y médicas, porque son ellas las que lidian a diario con la enfermedad, las que conocen, manejan y leen correctamente la estadística epidemiológica y no la manipulan.
Más de 10.000 muertos no es un número frío de una casilla de Excel, detrás de cada uno de ellos hay familias que lloran la partida adelantada, y en ocasiones dolorosa y lenta, de seres queridos de quienes ni siquiera pudieron despedirse.
Solo en las guerras muere tanta cantidad de ciudadanos. Siendo así, los tres niveles de gobierno debieran afrontar la búsqueda de respuestas a la guerra epidemiológica que está matando a los bolivianos, guiados exclusivamente por la orientación de los profesionales. ¡Despoliticen la pandemia! Los votos pueden esperar, la salud y la vida no.