Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 11 de junio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Las
encuestas reflejan la ausencia de nuevos rostros. De las protestas
ciudadanas que ocuparon las calles del país entre el 28 de noviembre de
2017 y el 21 de febrero de 2018 no quedó ni un presidenciable y la
política boliviana, en términos aspiracionales, no se movió mucho.
Ahora,
las plataformas que impulsaron estas movilizaciones saben que ya no
tienen tiempo, que por más que apuren el paso, las elecciones de 2019
están a la vuelta de la esquina y no podrán presentar ni partido ni
candidato propio -no los tienen-.
En estos meses de silencio
tras la catarsis de febrero, se han pasado el tiempo limpiando la casa y
tratando de articular un programa, ya no solo una agenda de
movilizaciones.
“No habrá un proyecto de unidad, porque la unidad la
plantean en función de sus intereses y no en función de programas, ideas
o visión de país. Lo que los políticos se disputan son sus intereses
personales y partidarios”, dice Eduardo Gutiérrez, de SOS Bolivia, una
de las plataformas más activas antes del 21-F.
Mirna Yucra,
profesora y socióloga que forma parte de Todos juntos por Bolivia, una
red de 17 plataformas que coordina su trabajo con voluntarios en 27
países, también utiliza la frase “intereses personales” cuando se le
consulta sobre los líderes de la oposición formal. Cuando se le pregunta
si esta coordinadora decantará en partido, explica que para las
elecciones de 2019 no, porque “nos van a cerrar las puertas, no nos van a
dejar”. Explica que se están tratando de estructurar bien y han
decidido no trabajar ni con el Gobierno ni con la oposición y debido a
eso han tenido que depurar los contactos. “Nos hemos topado con
plataformas que estaban manejadas detrás por partidos políticos y como
los partidos no quieren trabajar en conjunto ni con plataformas
ciudadanas, se dedicaban a desunir. Nos hemos dedicado a trabajar una
agenda y los partidos que quieran trabajar con nosotros tendrán que
discutir agenda. No queremos una figurita, sino una agenda de trabajo”,
dice Yucra, que asegura que llegará el momento en que se le pedirá
cuentas a la oposición, “para que cumpla un verdadero rol opositor”.
Limpieza
Federico
Morón, activista que participó de los grupos de coordinación de las
protestas que desembocaron en el paro del 21-F, explica que pese a que
desde las plataformas nadie cree que en el sistema de partidos exista un
líder, en estos meses varias plataformas fueron tomadas por partidos
políticos o se descubrió que ya trabajaban para ellos desde antes. Otras
se han desmarcado tratando de convertirse en instrumentos, ya sea para
las presidenciales o las municipales.
María Belén Mendívil,
de Me comprometo con Bolivia, cree que en el fondo los partidos
políticos desprecian el valor de las movilizaciones articuladas por las
plataformas. Asegura que se les ha planteado a los partidos que elijan a
su candidato en primarias y que mantengan una agenda de oposición
propuesta por las plataformas, pero sin mucho éxito. “Estamos contra un
sistema de corruptos, contra los mismos candidatos de siempre que se
quieren reciclar en plataformas”, dice Mendívil, que fue invitada por la
Fundación Pazos Kanki -de Samuel Doria Medina- a dar conferencias en
diferentes ciudades.
El perfil
Ahí
radica un problema: una frase repetida de las movilizaciones callejeras
era “sin políticos” y, en las cabezas de estos grupos, sigue esa misma
idea dando vueltas a 16 meses de las elecciones generales. “La
ciudadanía pide una renovación y unidad”, dice Gutiérrez, que ofició de
vocero del grupo de ciudadanos que llevó la protesta del 21-F a la
Cumbre de las Américas en Lima y que formó parte de la coordinadora del
Comité pro Santa Cruz. “El primer condicionante es la renovación, porque
el sistema está corrupto. No se puede cambiar el sistema con los que lo
crearon, no se puede cambiar el sistema con la mentalidad corrupta”,
añade.
En su opinión, que la intención de voto de los líderes
tradicionales sea menor al 20% (menor al 10%, si se excluye a Carlos de
Mesa) demuestra que el pueblo clama por renovación. “Pero no solo de
edad o de nombres, sino también de mentalidad y de visión. Para que se
vaya el MAS también se deben ir los tradicionales”, sentencia.
Consultada
sobre qué características debe tener el próximo presidente de Bolivia,
Mirna Yucra lo resume en una sola frase: “Necesitamos un presidente que
tenga miedo gobernar”, dice. “Una persona nueva, que trabaje por el
pueblo, que esté dispuesta a trabajar por la agenda ciudadana que
nosotros le planteemos, que tenga miedo fallarle al pueblo, que no crea
que gobernar es bonito y cómodo”, añade.
Eso, una agenda
ciudadana que sea tomada por el próximo gobernante, es un punto
recurrente entre los consultados. Según José Antonio Quiroga, activista
paceño, diversas plataformas ciudadanas vienen alentando discretamente
la unidad de las fuerzas democráticas en torno a un programa de
transición.
“A diferencia de lo que sucedió en las elecciones de
2009 y 2014, en las que los partidos improvisaron alianzas perecederas
en torno a candidaturas preestablecidas, ahora el desafío es mucho
mayor, porque lo que se viene no es un cambio de Gobierno, sino un
cambio de régimen. Y para ello se necesita construir una ‘institución
para la democracia’ de largo aliento, con un programa de reformas
estatales consensuado. No partimos anteponiendo una candidatura, sino
concertando un acuerdo amplio entre los grupos ciudadanos mejor
organizados y los 2 o 3 partidos realmente existentes”, dijo. Este
camino ya lo intentó Quiroga en 2014, pero tras el acuerdo entre Samuel
Doria Medina y Rubén Costas, el movimiento unificador quedó a un lado.
Sin
embargo, la idea de un “presidente de transición” o un “presidente
capaz de afrontar una país en emergencia” es una idea que ronda la
cabeza de Morón y de Mendívil. Para el activista, lo más importante es
que la población crea en el poder acumulado durante estos meses y no lo
desperdicie. Para Mendívil, hay que encontrar alguien capaz de dirigir
el país en un contexto complejo, como el que cree que encontrará en
2020.
Lo único claro que hay hasta el momento es que no se han
resignado a que Evo Morales sea candidato en 2019. Cuando se acerque la
hora de inscribir a los candidatos, todas las presiones se cernirán
sobre el Tribunal Supremo Electoral. “Ellos tienen la obligación de
hacer cumplir la Constitución y Evo Morales no puede ser candidato”,
dijo Mendívil.