Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: viernes 08 de junio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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La incomodidad democrática
• Andrés José Mora Ruiz
El Gobierno venezolano no sorprende. Lo extraordinario ya es ordinario y corriente. De sus acciones se puede decir que simplemente son predecibles.
Volviendo al tema que he venido abordado en este espacio, adiciono: ese Gobierno (anti-Gobierno) es un ágil manipulador del lenguaje. Tras la reciente liberación de presos políticos, el ilegítimo presidente de Venezuela las calificó como un “acto de generosidad y benevolencia, no de debilidad”.
Con ello se evidencia lo que siempre ha negado el oficialismo: la existencia de presos políticos. Pero, aún aceptando el peso de ello, entonces es menester culparlos de algo, en este caso, “violencia política”. De ser así, la violencia política como delito aplicaría también a todo el aparato policial con el cual se ha perseguido y reprimido todas las formas de hacer política desde la oposición. Disentir ya se ha vuelto un delito, porque, como dicen allá, a modo de etiqueta o hashtag: #AquiNoseHablaMaldeChavez para dejar claro que el difunto expresidente, lejos de ser un simple funcionario público al cual la historia podría juzgar, no puede ser objeto de ninguna crítica, menos reproche.
Y aunque, en realidad esto no sea mas que un simple simbolismo, en la práctica, ese gobierno siempre se escuda en la figura, ya sagrada, de Chávez para no reconocer o hacerse responsable de los errores y desaciertos en los cuales incurre siempre. Ser opositor en un contexto como el venezolano, resulta a fin de cuentas muy peligroso.
Pero, como lo dije en mi artículo anterior del 30 de mayo: se trata de la paradoja de la guillotina de toda revolución, en nombre del ‘bien’ se hace el mal (claro está, ya no se puede hablar de algún ápice de bien, pues no hay nada de bueno en un gobierno que lleva a toda su población al desastre; y peor aún: culpa al imperio norteamericano o a la oposición de ello). Esa liberación, jamás se puede tratar de algún gesto benévolo, porque una liberación de presos con esa naturaleza, demuestra la grave crisis política del país bolivariano; donde, de haber democracia, no deberían existir presos políticos.
La lección de esta coyuntura histórica, es sobre nuestra cultura democrática. Y es que, la democracia es incómoda. Es tan incómoda que debo escuchar a mis opositores y confrontarlos en el plano de las ideas y la argumentación. Como gobierno o como ciudadanos se debe permitir toda crítica, escuchar al otro. Debo permitir que todos, entiéndase el “demos” (el pueblo ciudadano) participe desde la diversidad y heterogeneidad, denunciando todo lo que no funciona, y demandando siempre los fines del Estado. Y eso es algo que a los latinoamericanos nos ha costado con sangre aprender, y aún seguimos en esa espiral de la democracia por decreto y no por cultura.
Desde la independencia, pareciera quitársele la corona a Fernando VII, para coronar a la figura del presidente. Nuestros presidencialismos, junto a liderazgos regionales o locales, han sido más de caudillismos que de postulados democráticos.
Pero nuevamente, repito, la democracia es incómoda y mientras mas confundidos estemos ante lo que implica ser demócrata, mejor para el uso abusivo del poder y del Estado. Así es Nicolás, no se trata de una muestra de debilidad, pues todos sabemos que ustedes allá conforman un gobierno militar muy fuerte y engañoso, pero no se puede esperar menos de un gobierno de chafarotes. ¿Por qué el gobierno venezolano es predecible? solo basta con observar como se comportan los enemigos de la democracia en el mundo para conocer y prever su comportamiento.
La democracia es incómoda, sí, pero necesaria para convivir en medio de la diversidad humana, lo único que tenemos en común todos los habitantes del mundo.