Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 07 de junio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El absurdo
es tan grande, que el gobernador cochabambino está seguro de que el
griterío atronador en los juegos Odesur se debió a un cruceño solitario y
escondido que aparentaba ser la voz de 50.000 espectadores, mientras
los 50.000 querían hacerlo callar, pero no se los escuchaba.
Debiéramos
proponer al gobernador del valle y al Gobierno central que hagan el
intento de pensar. No es tan difícil. El primer paso podría ser escuchar
con atención el clamor que los rodea. Que por un momento dejen en el
suelo los odios y frustraciones que guardan escondidos y escuchen la
bulla real, como es, no como la manifestación diabólica que imaginan.
Una vez comprendido el malestar, deberán sopesar, si fuera posible, que
algún humano, por un momento, pensara así. Si se comprende la
disconformidad, sin necesidad de acudir al mundo sobrenatural, no hay
que buscarle otras explicaciones difíciles. El mismo reclamo pudiera
darles pistas. Si no, repasen las medidas tomadas por su Gobierno y las
que nunca tomaron, el uso transparente de los recursos que tuvieron y
los frutos obtenidos, las genialidades que han dicho, el respeto que han
mostrado por las leyes o por algún referendo, por el sentido común, por
la gente. Revisen si saltaron instintivamente ante las corrupciones o
si pudo parecer que las toleraban. Es posible que descubran unas cuantas
razones para la rebeldía.
¡Que vino un cruceño gritando que
Bolivia dijo no! Pregunten cuántos votaron No en Cochabamba. Fueron
millones ¿Ya no están en Cochabamba? Hoy son muchos más los convencidos
de aquel memorable no. Los gobernantes actúan con tanta sabiduría, que a
diario siembran, abonan y riegan mayor descontento. Bien. Si nuestros
gobernantes llegaran a descubrir que el desencanto es fruto de su
gobierno, tendríamos una señal de que han empezado a pensar.
Felicidades. Por
hoy sería suficiente. Descansen antes de que les dé macurca mental.
Quizás
convenga ejercitar también el corazón. Sería ideal que pongan la mano
en el pecho y recuerden qué hacen, qué actitudes repiten, qué mensajes
transmiten sus discursos, qué reacciones muestran que van desencantando a
los que tenían grandes esperanzas, que van desesperando a los que
creyeron en ellos. Fíjense si sirven a un pueblo o a sus propios
delirios de grandeza.
Hablando del corazón, una pregunta ¿por qué
tienen tan pobre opinión de la gente? El señor Canelas está convencido
de que los cochabambinos son un rebaño de ovejas incapaz de pensar por
su cuenta ¿Tiene que venir alguien desde afuera a recordarles el no que
ellos dijeron? ¿Qué les ha hecho para que ya no sean los rebeldes y
luchadores que siempre fueron? ¿Tiene que ir a El Alto un mensajero de
Washington para contarles que no fueron ellos los que dispararon a su
universitario? ¿Tiene que venir algún marciano para que descubramos que
la candidatura de Evo Morales no es más que angurria enfermiza de poder?