Medio: El Día
Fecha de la publicación: martes 05 de junio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El régimen gobernante acaba de hacer pública una estrategia destinada a llevar adelante una guerra digital con el objetivo de contrarrestar la avalancha de críticas que surgen todos los días en las redes sociales, nuevo escenario del debate ciudadano y de la batalla de ideas. Para ello ha capacitado a un puñado de “guerreros” que seguramente saltarán al ciberespacio a defender al Gobierno, a descalificar a sus adversarios, a insultar y denigrar, armas que ha venido usando sistemáticamente a través de los medios de comunicación tradicionales, donde ha conseguido imponer su discurso.
Pese a la impresionante inversión en propaganda, el “proceso de cambio” no ha conseguido evitar el desgaste y la pérdida de credibilidad y frecuentemente se ha escuchado mencionar a los gobernantes que las culpables de todo son las redes sociales, donde existe la libertad y la disponibilidad de herramientas para dar a conocer muchas de las noticias que ya no tienen cabida en la mayoría de los periódicos, radios y canales de televisión, sometidos de diferentes maneras a la ideología dominante.
Durante todo este tiempo se han lanzado iniciativas dirigidas a controlar el uso de las redes, pero ellos mismos se han dado cuenta que aquello resulta materialmente imposible. De ahí la urgencia de crear ese ejército de cibernautas que darán mucho qué hablar en este periodo tan decisivo en el que los oficialistas se jugarán todas sus cartas para mantener al presidente Morales en el poder más allá del 2020, lo que implica la supervivencia misma del MAS como primera fuerza política.
Seríamos ingenuos si creemos que toda la estrategia de perpetuación estará en manos de esos aprendices que supuestamente trabajarán ad honoren. El mayor aporte que pueden hacer esos guerreros será la acentuación del insulto, del racismo y la mentira, tres elementos que han contribuido como ningún otro a erosionar la imagen gubernamental. La experiencia, la habilidad y creatividad de los ciudadanos que llevan mucho más tiempo en estas lides dejará en ridículo a los nuevos soldados que terminarán hablando solos en sus muros, metidos en una cápsula sin conexión con el resto de los internautas.
El peligro mayor, aparte de esa extrema polarización que anula el debate y que acentúa la confrontación, será la manipulación de la verdad llevada a límites de locura, como ha sucedido en diferentes procesos electorales, especialmente en el de Estados Unidos, donde la actuación de una empresa experta en fabricar mentiras y hacerlas llegar a los receptores con una precisión quirúrgica, fue capaz de llevar a la presidencia a Donald Trump, quien obtuvo tres millones de votos menos que su contrincante.
El triunfo de la posverdad o de las noticias falsas no radica en lo absurdas que puedan ser las mentiras que se difunden, sino en la facilidad de hacerlas llegar a los individuos más vulnerables, aquellos cuyo perfil está perfectamente desmenuzado y que los hace receptivos a ciertos mensajes apocalípticos y mesiánicos que el populismo fabrica constantemente. Esa guerra no se hace con voluntarios, sino con empresas que ya probaron su eficacia en el imperio y que hoy están ofreciendo sus servicios en el Tercer Mundo.
El peligro mayor, aparte de esa extrema polarización que anula el debate y que acentúa la confrontación, será la manipulación de la verdad llevada a límites de locura, como ha sucedido en diferentes procesos electorales, especialmente en el de Estados Unidos.