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Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 29 de noviembre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones subnacionales
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Desde 2006, se elige, primero prefecto y luego, Gobernador del Departamento y la lógica cambió radicalmente. Apurados por la necesidad, los cruceños más regionalistas (los que entienden a la región en su amplio sentido) que políticos de partido, decidieron cerrar filas en torno al liderazgo más claro y visible que destacó en esos momentos: Rubén Costas, quien pese a haber salido del civismo y ser practicante de una lógica cívica/”logiera”, fue capaz de entender que la lógica política partidaria local debía definir, también la lucha por el poder con miradas diferentes; si esta se enfrentaba al poder nacional muy anticruceño: entiéndase Sánchez de Lozada, Carlos Mesa o Evo Morales a los que había que mantener a raya con la idea de la unidad interna y así se lo hizo, pero, también fueron capaces de mirar con una lógica diferente los frentes internos; ya no valía la idea de la logia; ya no era cuestión de armar poder para cederlo al que “le toque” después de que “los malletes” de cada grupo se pongan de acuerdo, sino que se trataba de ir tejiendo acuerdos y alianzas con sectores del quehacer local, productivos, culturales, institucionales, etc., al margen del poder cívico al que se dejaba, con acierto, como una especie de reserva moral o “santuario” (entiéndase campo neutral) donde todos los que, más allá de sus características, compartían ideas de campanario eran capaces de re-encontrarse en ese espacio “de todos”; eso funcionó siempre y seguramente seguirá funcionando, más allá de las debilidades que atraviesa el civismo actual; es parte de un proceso que se tiene que dar.
Esa fue la idea y claro, los que la entendieron se despegaron del resto y gobernaron 15 años, no dando espacios a otros, porque en política nadie cede su sitio si las reglas del juego le dicen que puede seguir y, si no puede ser reelegido, buscará, de entre los suyos un sucesor. Eso pasa en todo el mundo; no tiene porqué ser diferente acá, sobre todo si los cruceños nos sentimos tan “parte de ese mundo” que funciona así; en todos lados quedan quedan magullados y aturdidos tras de las elecciones; la lucha por el poder local es fuerte, cada quien quiere expresar, desde el poder local su visión ante el Estado centralista y tienen derecho de hacerlo; eso lo vemos en el mundo de las autonomías y de los regionalismos (España y países europeos sobre todo de la ex-órbita soviética); eso se convierte en un empuje extra para hacerlo mejor y no detenerse a descansar porque el poder central no lo hace.
Lo que aún no logro entender es si los locales entienden la lógica política que siempre hubo en Santa Cruz; recordemos que pocos departamentos del país han tenido tan variadas brigadas parlamentarias, integradas por tantos partidos políticos (MNR, ADN, MIR, FSB, PS-1, MIN, por citar sólo algunos); aquí nunca se regaló poder, no se lo cedió y se luchó para tenerlo y conseguirlo; para conseguir representación local y por eso el poder cambió tantas veces de manos y dio resultado como bloque. Claro, se entiende que no se debatía el poder local, que la discusión pasaba por otra cosa, por el “párate” al centralismo y eso siempre fue diferente, pero, convengamos que desde hace al menos 30 años se expresó en el municipio, donde la lucha por “la caja” y sus porcentajes envileció la lucha y el bjetivo ya sabemos cómo.
Hacer política no es fácil, sobre todo en tiempos del MAS, pero alguien tiene que hacerlo y mientras más participen es mejor, aunque da la impresión de que se quiere mantener a toda costa la lógica logiera, esa lógica del “me toca”, más allá de méritos personales, la lógica del “turno”, que no es siquiera generacional y no responde a motivaciones democráticas y para eso usan al Comité Cívico para que actúe en primera instancia, como generador de una especie de acuerdo que probablemente no llegue, cuando la realidad es que el Comité debe estar para arreglar, en todo caso, lo que quede mal, no para bendecir uniones; ya fracasó el 2019, así va a pasar el 2020, porque el comportamiento político entiende de otras motivaciones que no pasan, necesariamente por la idea del “todos juntos”. Cuando hay tantas alternativas dando vueltas por ahí; ¿cómo se hace para decirle a alguien que se baje, cuando serán los votos los que ubicarán a cada quien en su lugar?
Me genera una sensación muy rara escuchar a R. Aguilera repetir que su único rival es el MAS, porque eso demuestra que no entiende que todos son rivales y que ninguno debiera ser enemigo y no entender eso es no visualizar que, de no darse un acuerdo, más de uno recurrirá al odio como motivador de sus bases, bajo los argumentos de “vendidos, entregados, traidores” y eso que no tiene sustentación pasará a otro plano imposible de ser arreglado, sólo porque alguien siente que “no le dieron campo”.
Es preocupante el odio… y eso nos está pasando o nos va a pasar; tengamos en cuenta que “el que odia no se cuestiona” y que es muy posible que entremos al odio entre “ nosotros” no al “otro”, que, aun cuando está mal, pudiera ser comprensible, pero, da la sensación de que “rinde más” en lo local.
A ver qué resulta; la política necesita más inteligencia que emociones; la local, mucho más, sobre todo porque no podemos ceder la plaza