Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 22 de noviembre de 2020
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Lo primero que hay que preguntarse es quién financia ese gobierno paralelo con sede en el Chapare que acaba de formar el ex presidente Morales, que hasta ha creado un nutrido gabinete con sus ex colaboradores, que mantiene reuniones permanentes y que genera más noticias que la administración de Luis Arce, cuya principal promesa es la austeridad.
Ya lo anticipó Carlos Romero, esa nueva estructura podría estará a cargo de la dirección política y de las estrategias y Evo Morales ha ido mucho más lejos, pues según dijo, el partido es más importante que el plan de gobierno, lo que resumiendo significa que el voto del pueblo y la legitimidad del nuevo régimen pasan a un segundo plano.
Es prematuro sacar conclusiones acerca del fruto que se obtendrá de ese nuevo formato en el que confluyen las dos corrientes internas del MAS, una que prometió terminar con los viejos métodos y los defectos que acumuló el “proceso de cambio” y la otra que insiste en mantener la vieja línea, pues confía en que se trata de la única manera de conservar y reproducir el poder, el objetivo más concreto y visible que ha manifestado siempre.
Morales intenta asumir una actitud paternalista y afirma que simplemente están tratando de cuidar la gestión de Luis Arce. ¿Cuidarla de quién? El apoyo popular que ha recibido el nuevo presidente se basa justamente en la promesa de mantener la paz con la fuerza del respeto, el diálogo, sin judicialización de la política y sin persecución. Ese talante es capaz de ahorrarle muchos contratiempos, a no ser que la falta de efectividad en el manejo económico comience a generar problemas y sea necesario la acción de los “chicos malos”. Por el momento, sin embargo, de lo único que tiene que cuidarse el nuevo inquilino del Palacio Quemado es de la enfermiza egolatría del “jefazo” que se resiste a ceder protagonismo y no quiere dejar fluir el poder (Choquehuanca dixit).
Como siempre, y mucho más ahora que el protagonismo de la gente se ha vuelto crucial en la conducción política, será la opinión de la gente la que indique si está conforme con ese paralelismo que pretende imponer Evo Morales. Su presencia resulta incómoda e irritante para la gran mayoría de los bolivianos, sentimiento que podría aumentar si se lo percibe como un intruso. A lo mejor, el silencio que guarda Luis Arce sobre este tema, justamente es obedece a una máxima bíblica que recomienda que “sea otro el que libre tus batallas”. De cualquier forma, debemos prepararnos porque recién empiezan los enredos y empellones de esta telenovela.