Seis gerentes del canal Bolivia TV renunciaron al cargo en el último año y medio, provocando una inestabilidad pocas veces vista en una institución gubernamental. La última en dejar el puesto fue Paola Pérez, luego de tres meses de ejercerlo.

Los motivos se desconocen, aunque su salida coincide con el mal momento que tuvo que pasar el presidente Evo Morales en la inauguración de los Juegos Suramericanos, cuando el público coreó “Bolivia dijo No”, lo que  quedó en evidencia en la pantalla de TV.

  Otras renuncias han sido francamente escandalosas, como el caso de Carlos Flores que fue acusado de acoso sexual por dos periodistas de la red televisiva; o de Daniel Lanza, quien fue investigado por actos sexuales abusivos.

Todos estos cambios se produjeron durante la gestión de la ministra de Comunicación  Gísela López, lo que habla muy mal de su gestión al frente de ese despacho.

Las constantes renuncias y la carencia total de institucionalidad son una muestra de que el canal se maneja como si fuera de propiedad de Evo Morales y no de todos los bolivianos. Al menor descuido se queman los fusibles.