Un panorama que augura en el horizonte tristeza y pesadumbre, por el futuro incierto de gobernabilidad boliviana que vulnera y aprisiona la vida de los ciudadanos; y, agravado aún más por la pandemia del coronavirus en su segunda ola que podría transformarse en oleada, en la predecible posibilidad de la llegada de una tercera, cuarta o quinta quizás… Supuestamente, ya no muy esperanzados por las vacunas que el mundo prevé con escepticismo por el virus mutante, o que demoren muchísimo tiempo más o que no sean accesibles con facilidad a los millones de habitantes por su baja producción o precio. ¡El manto sagrado de Jesucristo salve la Patria!.
Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 10 de noviembre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La imagen internacional que perdura para Bolivia, ha impactado al mundo entero por la sicosis publicista que rige por el flujo de noticias; al menos de relevancia por características nada morales, por la degradación que persiste por algunos de sus ciudadanos.
El ámbito legal en Bolivia, o sea la justicia que debería imperar en el país, se subyugó a la dependencia de un partido político que le ha sobrepuesto un collar de hierro, así oprimiéndole su libertad e imparcialidad; por los horrores sociales que aumentan por la sicosis impulsada que no es nada malo lo incurrido…
La nación boliviana ya tuvo serias alteraciones en cuanto a su imagen de forma nacional e internacionalmente, nada adecuadas por tratarse de un país de emigrantes -cinco millones, aproximadamente, y según fuentes fidedignas son más- que se sacrifican en el exterior por el pan de cada día generando divisas millonarias, y donde la vida no es un mar de rosas… Panorama como si el boliviano fuese un gitano, que recorrería el mundo intuyendo la suerte ajena; sin embargo, paradójico es que el emigrante boliviano solo intuye su destino y la suerte de él mismo. Emigrante que se mutara a inmigrante sacrificado y explotado, en dependencia mayor o menor del país que arribe y, además, blanco como chivo expiatorio de nativos y autoridades adonde va.
En tanto, Bolivia destella ahora en el mundo globalizado una imagen surrealista, en otras palabras, que en su territorio impera la irracionalidad y el objetivismo inconsciente. Nación privilegiada como productor de gas y minerales que se agotan, dando lugar a la miseria humana que es el narcotráfico y el tráfico de blancas como otras actividades ilícitas, que mellan de muerte a las sociedades constituidas y al ser humano.
Bolivia, una nación desprotegida por su analfabetismo, no porque algunos no saben leer ni escribir, sino que han permanecido estáticos en su desarrollo síquico en la época de sus ancestros. Donde la mano dura y la violencia es el estigma de la cultura actual que desgobierna a un país. Donde el dinero a manos llenas corrompe a muchos inocentes mientras la lujuriosa corrupción consigue burlar las puertas inexpugnables de la moral.
Por ejemplo, una de las mayores burlas de la democracia boliviana, que ha causado dudas y perplejidad a la ciudadanía, fueron las elecciones generales del 18 de octubre de 2020. Habiéndose proclamado un partido político ganador con una diferencia fuera de toda lógica, con una cola de paja por fraude en las anteriores elecciones de 2019. Y que por atrasos dudosos del TSE y otros no perdió la sigla política. Mientras que ahora, con la añadidura o yapa por el Parlamento en ejercicio discutible…, donde la mayoría vigente de 2/3 afín al partido político ganador de las citadinas elecciones, de manera ladina y abusiva a su conveniencia, cambió casi todo el reglamento parlamentario a una mayoría absoluta (tan solo a que conste más de la mitad de los votos), también denominada por algunos juristas mayoría simple; y esto, para las cámaras de Senadores y Diputados. Tratando de forma ilegal para la democracia ahogar el trabajo de los demás senadores y diputados; y en un previsible aumento progresivo de parlamentarios los “levanta manos”, los “calienta asientos”.
Un análisis que da lugar a reafirmar que el nuevo Gobierno a constituirse el día 8 de noviembre de 2020, por cinco años más, luego de catorce años de régimen; entonces, habrá de continuar con persecuciones y matanzas como Gobierno totalitario, con sed de venganza para el pueblo boliviano que no le rinda simpatía.