Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 09 de noviembre de 2020
Categoría: Institucional
Subcategoría: Vocales
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Este diario tituló como un “sismo poselectoral” el ocasionado por la carta enviada al secretario general de la OEA, Luis Almagro, por la vocal del Tribunal Supremo Electoral Rosario Baptista.
Baptista solicitó que se investigara “la posible existencia de un bloque de data alterno, técnicamente reservado, con acceso privilegiado, restringido y secreto, fuera del alcance de quienes hasta ahora verificaron la integridad de este padrón”.
Las declaraciones de Baptista fueron tan serias que para muchas personas ponían en duda la legitimidad del acto electoral. Ello motivó a que adversarios del MAS, como el presidente del Comité Pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, demandara que Luis Arce y David Choquehuanca no se posesionaran.
Otros actores políticos reaccionaron ante la carta de Baptista exigiendo que se investigue todo el proceso electoral, como lo hizo el expresidente Jorge Quiroga, o que la vocal presente pruebas, como fue el caso de Carlos Mesa, excandidato de Comunidad Ciudadana. Baptista no presentó pruebas y más bien 24 horas después envió una segunda carta a Almagro en la que señala que no pone en duda el resultado de la votación.
La segunda carta no descarta explícitamente la existencia de esa supuesta “data alterna y secreta”, pero al señalar que confía en los resultados, se da por sobreentendido que la vocal se desdice implícitamente de su primera opinión. Pero éste es un asunto que debería estar explícito y la vocal tendría que explicar qué pasó con su denuncia.
Al actuar como lo hizo, Baptista cometió varias fallas: en primer lugar, si creía que no existían las condiciones para realizar unas elecciones transparentes el 18 de octubre, debió decirlo públicamente, y a tiempo. Segundo, antes de enviar su primera nota a Almagro debió poner el contenido de la misma en consideración de la sala plena, es decir de sus vocales del TSE, debido a la gravedad de lo que señalaba allí. Tercero, no explicó por qué ratificó la corrección de los comicios, firmando todas las certificaciones de la votación, y entregó credenciales a los vencedores si existía esa supuesta “data reservada y secreta” en el padrón.
Pero la vocal hizo bien en enviar su segunda misiva, que aclara un punto importante: el informe oficial del TSE no ha sido puesto en entredicho y, por lo tanto, los futuros mandatarios y los representantes del Legislativo gozan de la legitimidad del voto. Requiere valentía para hacer lo que Baptista hizo, redactar una segunda carta que aclara su posición.
La polémica, sin embargo, no amainará. Algunos dirigentes políticos, y miles de ciudadanos, creen, sin tener pruebas, que hubo fraude.