Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 08 de noviembre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Todo este entramado de realidades hace que sea imperante seguir entendiendo la multicausalidad que explica el voto del MAS en estas elecciones. Más aún cuando el entendimiento del otro se hace mediante el prejuicio y la negación, circunstancia que agudiza la polarización social hoy presente en nuestro país. En ese marco, se debe dimensionar la victoria del MAS correctamente; esgrimir cifras y datos que ayuden a entender que una victoria de ese tipo fue posible.
La trayectoria del MAS es, cuando menos, compleja y el comportamiento del electorado con respecto a este partido, también. El 53,7% del 2005, porcentaje que hoy por hoy le valdría la victoria en primera vuelta, fue superado por el 55,1% en 2020. Sin embargo, no es esto lo prioritario, esta ocasión lo son las diferencias de los resultados de las elecciones generales del 2019 y las de este año, principalmente por todos los eventos que se suscitaron desde octubre y noviembre del año pasado.
Comparando las elecciones anuladas del año pasado con las de este año, este análisis tomará tres ejes: percepción de la economía, el racismo y la ausencia de Evo Morales.
Las percepciones explicativas:
El MAS sube casi 8 puntos con respecto al 2019 (de 47% a 55%), el comportamiento nacional es parecido, ya que aumenta 6 puntos comparado con el año anterior. Estos resultados cimientan su victoria en primera vuelta. No obstante vale la pena examinar su desempeño en algunos departamentos y circunscripciones urbanas y rurales.
En el departamento de La Paz, el Movimiento al Socialismo presenta una subida de 15 puntos y al descomponer estos resultados, se encuentran datos interesantes. En la Circunscripción 7 de esta ciudad, formada –mayormente– por la zona Sur, de tendencia antimasista, el MAS sube 8 puntos (a pesar de una victoria de CC en ambos años).
En la circunscripción 15, conformada por el norte paceño, incrementa su votación en 30 puntos. Este último resultado es abrumador, pero es menester señalar que una razón fue la devastadora gestión del gobierno de Jeanine Añez y Arturo Murillo, que no pudo transmitir seguridad ni certidumbre económica a estos sectores. La comida comenzó a faltar, los empleos se empezaron a perder y la confianza volvió progresivamente al MAS.
Más contundente aún fue el factor del racismo, que se exacerbó en la gestión transitoria, pero también fue muy evidente al manifestarse de manera tan radical y profunda en el discurso de las élites. Esto se ve reflejado en la cuasi transferencia de votos de Chi al MAS en las elecciones de este año, voto principalmente evangelista andino paceño y orureño sobre todo, que migró desde lo étnico y lo racial.
El comportamiento de los resultados en Santa Cruz evidencia que las causales mencionadas, también, tuvieron un rol importante en éste. La victoria de Creemos con 45% no impidió el sólido 36% que tuvo el MAS. Asimismo, la circunscripción 57 (Yapacaní y otros fronterizos con Cochabamba) presentó 10 puntos de subida en favor al MAS respecto al 2019.
Así, poblaciones bolivianas profundamente marcadas por el racismo y decepcionadas por la “renovación política” –que significó masacres, represiones y una incapacidad de manejo económico– volvieron de manera casi automática a optar por el MAS como mejor opción posible.
El otro factor, la ausencia de Evo Morales, se explica no tanto por la mirada sobre el votante antimasista; está claro que a ese sector haga lo que haga el MAS nunca podrá convencerlo. En todo caso, el no tener a Evo de candidato tuvo dos efectos territoriales.
Primero en las urbes, en las que simpatizantes del MAS habían dejado de votarles desde el 2014, volvieron a darle una oportunidad que puede denominarse como voto condicionado. Segundo, espacios territoriales como los Yungas de La Paz y el TIPNIS que en los años de Morales tuvieron grandes controversias votaron con mayor contundencia por el MAS este 2020 en comparación al año pasado.
La explicación que se encuentra aquí es que la identidad política se convierte en una variable de peso, porque puso de cabeza la tesis de que cuando el caudillo no está en la primera línea de competencia de su partido éste suele desaparecer.
Ideas de cierre:
Los fenómenos socio-políticos jamás tienen una monocausalidad, quizá por eso se nos acusa a los cientistas sociales de no poder dar en el clavo con el futuro, en realidad deberíamos preguntarnos antes si nuestro futuro personal es el que queremos condicionar con los acontecimientos que se viven. Si es así entonces seguiremos sin entender lo que pasa en esta compleja realidad.
Algunas voces disonantes adquieren protagonismo y no caen en cuenta de la gran cantidad de otros actores que sí han mostrado conformidad con relación al proceso electoral y sus resultados; pareciera que son estas voces las que más gritan. Por otro lado, las cifras que le dieron la victoria al MAS enmascaran micro resultados o micro relaciones a partir de los cuales se genera el resultado final y lo explican.
La complejidad de nuestra realidad sociopolítica no se explica a partir de la idea de una sociedad excepcional, sino a partir del contexto en que se encuentra y en una discusión de fondo estructural, que tiene que ver con que quizá estamos por primera vez frente a una corriente política histórica que supo pasar la prueba de consistencia político electoral que se expresa en la incertidumbre que acarrea el hecho de que su líder principal no sea candidato.
Muchas tareas se acumulan para el bloque antimasista, sin embargo, y es que para mala fortuna del antimasismo, éste se encuentran reviviendo el papel de la oposición política venezolana.