Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 08 de noviembre de 2020
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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El Presidente y Vicepresidente del Estado que toman posesión de esas altas funciones han sido elegidos por el 55,1% de los sufragios emitidos en unos comicios de participación electoral sin precedentes (el 88% de electores) y cuyos resultados han sido reconocidos por los candidatos que no lograron la votación que esperaban y por las misiones internacionales de observadores. El pedido formulado por una vocal del Tribunal Supremo Electoral al Secretario General de la OEA para que se realice una “auditoría especializada e independiente al Padrón Electoral” no cuestiona específicamente el resultado del proceso electoral del 18 de octubre de 2020”.
Existen sectores minoritarios que proclaman su descontento con los resultados de esos comicios y pretenden descalificarlo, sin argumentos válidos. Y existe también un 45% de electores que no votaron por quienes asumen hoy el mandato de gobernarnos por los próximos cinco años.
Es lo propio de la democracia: sufragamos para elegir a nuestros gobernantes y representantes parlamentarios, acatamos el resultado de las urnas, aunque sean contrarios a nuestras preferencias y quienes resultan ganadores asumen sus mandatos para ejercerlos en beneficio de todos los ciudadanos, sin distinción de simpatías o antipatías políticas.
Es ese ejercicio: el gobernar para todos los bolivianos en procura del bien colectivo lo que nos toca esperar de los nuevos Presidente y Vicepresidente del Estado. Esa expectativa, común a todos los estrenos de nuevo Gobierno, estará ahora marcada por la vigilancia ciudadana pues el futuro mediato exige acciones justas y, en muchos casos urgentes, para superar las crisis existentes e inminente que nos afectan.
Superar esas crisis solo será posible si nuestros primeros mandatarios construyen la democracia en cada una de sus decisiones, pues solo así conseguirán la unidad nacional que concilie nuestras diferencias y logre la adhesión necesaria a los esfuerzos para reconstruir la institucionalidad, reactivar la economía, educar a las nuevas generaciones, erradicar la corrupción y cuidar la salud y seguridad de la población.
Es la esperanza de todos los bolivianos y el desafío para nuestros nuevos gobernantes.