Es verdad que el Covid-19 también puso su ingrediente en el pastel de sabor amargo, porque sin pandemia las elecciones se hubieran realizado en mayo, y las cosas probablemente hubieran sido diferentes, sin respiradores que comprar, sin tajada por robar. Si robar es un crimen, en medio de la tenebrosa pandemia de este año robar es diez veces ese crimen. Pero las cosas fueron como fueron, y terminaron con este final de telenovela turca: trágico.
Y pensar que pudo ser ella. Si hacía bien su papel de presidenta de la transición sin la borrachera de poder que la cercó –y también le llegó–, el país agradecido le hubiera entregado a ciegas su confianza como un plazo fijo a cinco años para que el 2025 ella fuera la gran opción renovadora del país.
“¿Y si fuera ella?”. Su entorno ya puede responderse a la pregunta. No era ella, claramente no lo era. Y como en la canción, Jeanine y los suyos tendrán que recordar que la vida es una rueda y va girando y nadie sabe cuándo tiene que saltar.