Desde que comenzó la crisis nacional de salud por el tema de la pandemia, el país mantuvo durante varios meses una importante paralización del aparato productivo, que provocó múltiples efectos colaterales, tales como la reducción de los ingresos nacionales, incremento del desempleo, reducción de la demanda agregada y varias otras variables macroeconómicas que determinan un ambiente de estanflación en la economía, la misma que tardará en ser reactivada en una Bolivia azotada por otros elementos que influyen en la incertidumbre sobre nuestro futuro, como un estado que le cuesta enfrentar la emergencia del coronavirus, un estado que aún no tiene visible que conducta tomará en cuanto al sistema educativo, a todos estos aspectos se suman los movimientos de descontento popular sobre el accionar de la modificación de las mayorías en el parlamento y la generación de desconfianza sobre los resultados de la votación del 18 de Octubre.En este ambiente de conflictos multidimensionales, urge la puesta en marcha de un acuerdo nacional, le toca al futuro gobierno mostrar señales de convivencia pacífica, mostrar que no es más de lo visto en los últimos 14 años del gobierno de Morales, esta región no es la misma del pasado, deben saber leer la coyuntura para no volver a creer que el poder es para siempre, ni el oficialismo es el mismo ni la oposición a la que enfrentaron es igual, hoy saben que el debate podría estar en las calles, en los barrios, en el campo social pero de los dos lados de occidente y oriente, es necesario entonces abrir las puertas al diálogo constructivo, al reencuentro en ciudadanos y autoridades, esta práctica debe ser el camino a seguir, pero si lo que se busca es aplastar al que no voto por Arce y si para hacerlo hay que someterlo mediante el miedo y la persecución, entonces habrán vuelto a equivocar su actuar y más temprano que tarde la realidad los obligará a repensar si pueden ser gobierno de un país ingobernable bajo presión .Por ello hoy más que nunca los acuerdos son muy necesarios y urgentes.